23 de mayo de 2009, sábado

 

A mediados de los años setenta, caliente todavía el cuerpo del general, el boom hispanoamericano de las Letras aliviaba la tristeza del panorama de la narrativa en España; y para mí supuso el descubrimiento feliz de los maestros en el arte del manejo de la lengua castellana.

Me sumé a la utopía de Galeano. De Vargas Llosa me quedo con su libro «La guerra del fin del mundo», y los cuentos de Cortázar los releo con frecuencia. Ni Borges ni García Márquez me encandilaron demasiado (siento la decepción de algunos). Mastretta y Belli me embelesan. Y me conmueve el recuerdo de «La guerra de Galio» que Aguilar Camín trazó con maestría periodística.

A Benedetti lo he perdido hace unos días, pero todo lo que necesito ya lo ha escrito.

Decidme si no es cierto lo que digo:

«Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    compañero te desvela
    la misma suerte que a mí
    prometiste y prometí
    encender esta candela

(…)

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    la historia tañe sonora
    su lección como campana
    para gozar el mañana
    hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

    ya no somos inocentes
    ni en la mala ni en la buena
    cada cual en su faena
    porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

(…)»

Mario Benedetti.

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