Parlar de llibres, fer llibres i sentir-nos lliures … Llibres lliures.
Per tot arreu, durant aquest cap de setmana, els llibres són protagonistes de la festa ciutadana. Per tot arreu … menys al meu poble, que és una illa que sura per sobre de la normalitat, de la Cultura, de la participació i de no sé quàntes coses més.
L’alcalde, mudat de diumenge, i fent-se acompanyar per la guàrdia civil durant una estona, vigila de reüll el pati … ¡i com està el pati, Mare de Déu!
La Festa del Llibre al meu poble, se’n diu Fira … perquè al menys són coherents amb aixó: és la Fira … de les vanitats d’uns quants, que aixó és el que convé (seguixen pensant els ideòlegs de tot aquest desgavell)
Els menuts, la jovenalla i els adults, s’acostem al Bulevar i no trobem llibres en aquest cap de setmana de Festa de Llibres, perquè només hi ha una Fira organitzada pels «hombres de negro» dedicada en còs i ànima a la mediocritat que regna en les esferes de poder del meu poble.
¡Quina enveja d’altres pobles, d’altres places i d’altres carrers!
Ho farem entre tots. Farem Festa de Llibres, i quan els menuts, la jovenalla i els adults s’hi acostem, trobarem el que mereixem: un espai de llibertat i de Cultura, a l’altura d’una ciutadania sense por, amb ganes de divertir-se aprenent, i amb tot el dret de ser escoltada.
De cor, crec que ja falta menys per arribar.
25 abril 2010 at 10:40
Mucha fiesta, poco libro
Un año más, el libro sufre la carencia de ideas, aunque no de medios.
El libro es un objeto -impreso o digital, da igual- sensible y fecundo que sustenta nuestra cultura. Y a ese objeto de cultura no se le puede ofender o «mal tratar».
Ya sea en una biblioteca o en la calle, en una librería, en un jardín o en el sillón de casa, exige un aire de silencio y mimo. Véanse los actos e incluso ferias que se montan en el mundo por él. Rezuma en ellos el respeto, una cierta veneración, incluso en los que lo convierten en un negocio. Y eso no depende de partidos políticos o ideologías. Dense un paseo estos días, por ejemplo, por los Viveros de Valencia, regida por el PP.
Lo que se organiza en Rocafort es casi un insulto, aunque la intención no sea esa. Más tiene de diversión verbenera que de culto y oportunidad al libro. Pasen y vean.
En un extremo, un estruendoso altavoz con castillo hinchable, atracción máxima para los niños. Imposible concentrarse en una página.
En medio, tenderetes con pobres ejemplares. Los paseantes mayores, apenas un vistazo. La bibliografía ofertada, escasa y de pocas pretensiones. Algún intento de atracción hacia el papel poco frecuentada y que haría enrojecer a Gutenberg.
En el otro extremo, un escenario fúnebre, negro total, donde lectores voluntarios leen ante el micro lo que nadie escucha. ¿Cómo prestar atención con tanto ruido ambiental? Enternecedores, eso sí, los niños que luchan con las letras. Y los mayores, deslizándose por los textos en mitad del vacío. Terminada la infructuosa lectura, el escenario se destapa con otro escandaloso altavoz en estéreo para espantar palabras o ideas. Solo faltó al final una paella.
¿Por qué no se convoca a las asociaciones, a particulares del pueblo para que aporten iniciativas? En otros actos, han demostrado que saben honrar a lo que debe honrarse.
Por allí andaba nuestro alcalde, radiante, acompañado de un periodista que probablemente le regalará una página de loores comprada.
No sigo.
Que nadie diga que la oposición, a crimen perpetrado, no participó. Allí subieron algunos al estrado, aunque con el alma rota por la decepción.
Yo -lo confieso- me negué a hacerlo y opté por sentarme a una mesa de cafetería para intentar, cosa casi imposible, hablar con amigos. Aperitivo de sábado que me niegan en otros sitios y otras plazas.
No hay remedio. Y, al escribir esto, sé que despertaré una antipatía más. Pero hay que decirlo.
Me retiré de allí añorando la imagen de un Hamlet, libro en mano y repitiendo a su amigo Horacio: Palabras, palabras, palabras…
25 abril 2010 at 18:44
día del libro nefasto, para no recordar
decepcionante el día del libro en el boulevar, pocas carpas donde poder comprar un libro, ningún ambiente de lectura, me dió verguenza subir al escenario y poder leer , la música de las colchonetas estaba altísima, y lo que más me sorprendió
¿ que hacía una serpiente enorme en este evento, bueno mejor dicho en esta atracción de circo ?
deplorable la imagen del alcalde con traje-corbata en un día tan veraniego mejor hubiera estado con pantalón vaquero, pero ni para eso tiene clase.
lastima del día del libro en un precioso día de primavera