27 de abril de 2010. Martes

(Calle López Trigo. Observad, por ejemplo, el mal planteamiento de los alcorques; unos no llegan a la rigola, y los otros la rozan)

Las obras en la calle López Trigo sufrirán variaciones. Ahora, cuando ya están acabadas, se enmendarán los errores que ha cometido el gobierno municipal en pleno.

Hoy, el diario Levante-emv (ed. l’Horta) publica la noticia.

Según parece, tirios y troyanos, moros y cristianos, reclaman una anchura de calle que pueda albergar desfiles festivos y otras actividades predecibles en la vida de las personas: la presencia de una ambulancia medicalizada, la intervención de los bomberos, o disponer de plazas de aparcamiento que no están previstas en ningún otro lugar próximo.

Es ahora, precisamente ahora, cuando los auténticos responsables del desaguisado (Bosch, Almela, Aliaga, Llácer & Navarro, Llorens y Quiñonero), administran clemencia -facultad reservada a los déspotas-, y, ante el clamor popular, se exculpan y deciden deshacer una parte de lo ya construido. (¡Serà per diners!)

Con esto, las actuaciones que el Ayuntamiento financió con cargo al Plan-E de 2009, han llegado al colmo del absurdo.

Hagamos memoria:

El proyecto que redactó el arquitecto y director de las obras, para acometer la remodelación y acondicionamiento de las calles Bonavista, Toledo, Trasagrario y López Trigo; y de las plazas de San Sebastián y Mayor, era deficiente, de una calidad técnica deplorable,  y contenía errores e indeterminaciones constructivas tan importantes, que en su desarrollo y ejecución se ha convertido en una pesadilla para todos.

 Al gobierno local, en enero de 2009, le precisamos los detalles que demostraban la insolvencia técnica de ese proyecto (por el que hemos pagado 70.000€); y les pedimos que no siguieran adelante con él, porque ni había rigor en el planteamiento, ni la calidad de su trazado garantizaba una viabilidad de ejecución eficiente. Les recomendamos que no lo llevaran a término, en cualquier caso, sin antes exponerlo a todos los vecinos y a los comerciantes, para conocer de antemano los problemas que podría causar. No hicieron nada de eso, y prefierieron seguir en su línea: no ver, no oír, y callar. Y así han estado durante más de quince meses.

Desde el inicio de las obras, el alcalde y sus concejales han hecho y han deshecho a su antojo; han ignorado los problemas de los trabajadores contratados -desempleados del pueblo-; han desatendido las reiteradas peticiones de diversos colectivos; han despreciado las opiniones ajenas a sus intereses inmediatos; y han concedido las prórrogas sobre el plazo para la finalización de las obras, desde el pasado 31 de diciembre, apoyándose en informes firmados por el director de las mismas, que justificaban el incumplimiento reiterado de fechas en “imponderables” inadmisibles.

Lo tienen difícil el alcalde y sus concejales para explicar otra ofensa a la inteligencia de los ciudadanos; porque el hecho de que uno de ellos participe de lleno en una de las Fiestas afectadas, y haya tenido que soportar la afrenta que se merece; o de que ahora intenten frenar las críticas que les están lloviendo, con declaraciones falsamente comprensivas -y con cargo al erario público-, justifica lo injustificable. 

Y ahora, ¿qué? …

Repito lo ya sabido: “¡Joder, qué tropa!”. (Conde de Romanones, dixit)

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