Lunes 14 de marzo de 2011

El gobierno local ha iniciado el trámite del presupuesto de 2011 con cinco meses de retraso.  Los documentos que deberíamos haber recibido a partir del 15 de octubre, llegan a nuestras manos el 14 de marzo.

No obstante, el concejal de Hacienda, Llácer, se muestra satisfecho de su propia incompetencia (en la gestión de su área), y aquí paz y allá gloria. Si no había suficiente con él y con eso, allí estaba Carla Navarro para seguir enredando la madeja.

En la comisión de hoy, presidida por Alejandro Llácer, también estaban presentes Carlota Navarro, Ana Llorens y Jesús F. Quiñonero. Pero ninguno de ellos (ni de ellas) ha arrojado luz sobre los más de 300 folios que nos entregaron el miércoles por la tarde para tenerlos revisados y analizados esta mañana a las 9h; no han arrojado luz sino todo lo contrario, porque es inconcebible que ninguno de ellos ni siquiera haya echado un vistazo a los números que tienen que ver con las áreas de su competencia.

[Inconcebible -digo- en un ayuntamiento normal. Habitual, sin embargo, en el nuestro]

Los concejales de la oposición que estábamos presentes (Luis Linares y yo misma) hemos intentado conocer la razón de algunos números, hemos corregido errores de los que ni se habían percatado… pero su voluntad solo está sujeta a las servidumbres que el alcalde les impone.

Es decir, que de Rocafort ¡ni hablamos!

Introducir modificaciones en el presupuesto es impensable; porque en palabras del propio  Llácer, «eso es una decisión del alcalde…» (Me pregunto y le pregunto qué estamos haciendo allí, si ni siquiera es posible debatir y mejorar el documento que nos ha presentado)

No importa, no le importa. Para desviar el asunto, decide reñirnos: «no os portáis bien, y mientras no lo hagáis, poco tenemos que hablar», viene a decirnos. (¡Admirable!, pienso)

Seguimos intentándolo (hablar), porque tenemos propuestas que, al menos, deberían ser escuchadas:

  1. Equiparar al personal laboral del ayuntamiento con los funcionarios, en lo que respecta a las bajas por enfermedad o por accidente laboral
  2. Subvencionar el Bonometro a los estudiantes.
  3. Redistribuir las ayudas de libros al alumnado de los colegios públicos y concertados; y publicar la convocatoria en junio, y no en agosto (por razones evidentes).
  4. Eliminar partidas para gastos inncesarios…

Pero no ha habido manera, Llácer ni siquiera se ha atrevido a someterlas a debate y a votación…  ¿Por qué iba a hacerlo si él se limita a cumplir las órdenes de Bosch a pies juntillas, para asegurarse el juego que comparten?

Pues eso, «eso» es lo que hay…

(«¡Joder, qué tropa!», sentenció el conde de Romanones; y yo lo comparto)

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