Lunes 4 de febrero de 2013
Varios después de lo sucedido el pasado jueves, es necesaria una reflexión.
Quienes formamos parte del pleno estamos obligados a conocer su funcionamiento y las reglas que existen para su desarrollo. Una reglas que vienen recogidas en el marco legal (LRBRL y ROF RD 2568/1986)
Un pleno es el lugar en el que los concejales se pronuncian acerca de las propuestas que se someten a debate y hay tiempos marcados para ello. Además, hay una parte de la sesión dedicada a la fiscalización del equipo de Gobierno: los concejales de la oposición formulan sus Ruegos y Preguntas, durante el tiempo que en su día acordó la Junta de Portavoces, y al finalizar, la alcaldesa o los concejales delegados responden; o bien en ese momento, si disponen de los datos, o bien por escrito, antes de la celebración del siguiente pleno.
El respeto es, indudablemente, el eje fundamental. Las sesiones están dirigidas por quien preside el pleno, es decir, en nuestro caso, por mí, por la alcaldesa que es la máxima autoridad municipal.
Por respeto -precisamente por respeto a la propia institución y a quienes la componemos, y por respeto al público asistente y al que sin estar presente confía en el comportamiento de sus representantes- los concejales no pueden convertir una sesión plenaria en un espacio abierto a la provocación y a la bronca. Interrumpir, vociferar o insultar denota no solamente una preocupante falta de educación, sino un desprecio inadmisible hacia los demás concejales y hacia los vecinos.
Y eso es lo que ocurrió durante el último pleno (¡otra vez!)
El pasado jueves, el concejal «no adscrito», Sebastián Bosch, inició su turno de Ruegos y Preguntas (10 minutos) a voz en grito, tacahando de mentiroso al funcionario que había emitido el informe que él mismo había solicitado acerca de la reparación de la piscina. Y eso no es aceptable. Tampoco lo es que en su diatriba contra el funcionario, no aceptara los ruegos de la presidencia del pleno para que cejara en su actitud. Mis ruegos se mezclaban con sus contínuas interrupciones. Una provocación en toda regla que solo contribuye a caldear los ánimos y a reventar las normas para el mejor desarrollo de la sesión.
Más tarde, el portavoz del PP, Alejandro Llácer, tuvo la oportunidad de formular sus Ruegos y Preguntas durante los 15 minutos que tiene asignados (como así se acordó en la Junta de Portavoces) Solo consumió 11 de esos minutos. No fue interrumpido en ningún momento y todos escuchamos respetuosamente lo que dijo. Sin embargo, yo no conté con su respeto a lo largo de lo que debería haber sido mi intervención para responderle.
Le recordé en varias ocasiones que no estaba en el uso de la palabra y le rogué que me dejara responderle. No era posible, cada palabra mía la respondía con el mismo insulto: «¡mentirosa!» Y cada frase que intentaba finalizar era interrumpida una y otra vez por sus comentarios (eso sí, siempre fuera del micrófono para que la cámara no recogiera sus exabruptos). En una actitud que solo cabe calificar de provocadora, el portavoz del PP no permitió que yo siguiera adelante.
Ante situaciones como ésta, el Reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Entidades Locales (RD 2568/1986), es clarísimo y tuve que aplicarlo.
Artículo 94.
1. Si se promueve debate, las intervenciones serán ordenadas por el Alcalde o Presidente conforme a las siguientes reglas:
a) Sólo podrá hacerse uso de la palabra previa autorización del Alcalde o Presidente.
[…]
e ) No se admitirán otras interrupciones que las del Presidente para llamar al orden o a la cuestión debatida.
Artículo 95.
1. El Alcalde o Presidente podrá llamar al orden a cualquier miembro de la Corporación que:
- Profiera palabras o vierta conceptos ofensivos al decoro de la Corporación o de sus miembros, de las instituciones públicas o de cualquier otra persona o entidad.
- Produzca interrupciones o, de cualquier otra forma, altere el orden de las sesiones.
- Pretenda hacer uso de la palabra sin que le haya sido concedida o una vez que le haya sido retirada.
2. Tras tres llamadas al orden en la misma sesión, con advertencia en la segunda de las consecuencias de una tercera llamada, el Presidente podrá ordenarle que abandone el local en que se esté celebrando la reunión, adoptando las medidas que considere oportunas para hacer efectiva la expulsión.
No es una situación agradable tomar la decisión de obligar a un concejal a que abandone el pleno. No lo es. Pero las contínuas provocaciones y los desplantes pretenden convertir los plenos en un espacio vergonzoso. Y eso no lo voy a consentir porque así es como se daña el prestigio de las instituciones y de quienes formamos parte de ellas comportándonos con el decoro que merecen; y se resquebraja el respeto al público asistente y a todos los vecinos.
A la vista de su comportamiento, y en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 95 (reseñado anteriormente), le pedí al portavoz del PP que abandonara el pleno. Sus compañeros de grupo decidieron acompañarlo y también el ex-alcalde y concejal «no adscrito».
De lo sucedido el jueves, debería concluirse que es necesaria una rectificación urgente y necesaria del comportamiento de algunos concejales. Porque la falta de respeto y la provocación desvirtúan la importancia de los plenos y causan el mayor de los daños: a río revuelto ganancia de pescadores… Y no, no todos los políticos somos iguales.
4 febrero 2013 at 18:52
No todos los politicos son iguales, cada partido defiende unos ideales, que no intereses, la forma en que cada uno de ellos desearía que fuera la sociedad.
El respeto a las reglas y a las normas de convivencia están claras y al alcance de todos. Los políticos lo saben y su deber y por sentido común deben de ser los primeros que los respeten para ejemplo de todos los ciudadanos.
En Rocafort, el grupo municipal del Partido Popular, todavía casi 20 meses después de perder la alcaldía no se ha hecho a la idea y no se resigna a ser leal oposición.
No aportan nada y sólo desean negar y rebatir agriamente con insultos lo que no les interesa que se sepa y manipulan la información que se les facilita.
¿Cuánto le cuesta al ciudadano de Rocafort la expropiación forzosa de la parcela 62-R de Santa Barbara? ¿Cuánto el mantenimiento del P.A.I. de Bovalar? ¿Cuánto el vallado de un solar para futuro parque? ¿Cuánto nos ha costado el personal contratado a dedo?
Una última pregunta ¿Porqué los Plenos Ordinarios en la anterior legislatura eran a las 11 de la mañana?
Reflexionen, por favor.
5 febrero 2013 at 00:06
Hola amparo,veo los plenos por facebook y me parece una falta de respeto al pueblo de Rocafort que os paseis 10 minutos para aprobar las actas del pleno anterior en el mejor de los casos,por simples correcciones de forma que para algun concejal le parece muy importante,me parece que el tiempo es muy valioso y este pueblo se metece que ese tiempo se dedique a penar en conjunto,tomar decisiones y solucionar los problemas de Rocafort,creo que hay demasiado odio en ese grupo de personas…
5 febrero 2013 at 20:07
Toni altarriba: totalmente de acuerdo contigo. El trámite de aprobación de las actas no debe consumir ni 5 minutos.
En las actas, según la Ley que regula su confección, han de constar los acuerdos que se adoptan, el número de votos que obtiene cada propuesta y un resumen sucinto del debate. La redacción de las actas son responsabilidad de la Secretaría general.
Sin embargo, si un concejal presenta observaciones al acta, respecto a sus intervenciones o a las de su grupo, éstas han de incluirse.
Lo que no es de recibo es que un concejal, tras el visionado del video, presuntamente, aposte en el ordenador a alguien que le transcriba literalmente todo lo que ese concejal y los miembros de su grupo dicen a lo largo de 3 ó 4 horas. Que ese mismo concejal, presuntamente, ordene a quien le transcribe el video que señale el minuto y el segundo exactos en los que aparecen las intervenciones, que imprima ese documento (de unos 60 folios aproximadamente) y que lo presente como acta «alternativa» a la que se lleva al pleno.
Y no es de recibo tampoco que, en lugar de entregar las intervenciones 48 horas después de la celebración del pleno para que los servicios administrativos puedan empezar a redactar el acta, espere a recibir el borrador junto a la convocatoria del siguiente pleno (habitualmente 5 ó 6 días antes de su celebración), ni siquiera se la mire (porque ya tiene en la cartera la que, presuntamente, le han transcrito literalmente) y sea en el Pleno donde presente todas sus observaciones.
Observaciones innecesarias porque ni cambian el sentido del debate, ni resultan decisivas para la mejor comprensión de la intervención (el abuso de los adverbios no garantiza nada de eso)
Lo que se consigue con esa actitud son varias cosas:
1. Que las actas no sean actas, sino Diarios de Sesiones (un documento diferente que solo existe en la actividad parlamentaria)
2. Que el resto de concejales no conozcan cuáles son las «observaciones» que ha incluido, y, por lo tanto, que tengan que votar a favor o en contra de un contenido que desconocen. Lo que provoca en muchas ocasiones que el acta se quede sobre la Mesa para poder leerla con tranquilidad.
3. Un retraso inadmisible en la aprobación de las actas (quedan por aprobar las actas de octubre, noviembre y diciembre)
4. Que el público asistente (y quienes ven el pleno a través del vídeo) se impaciente y considere una pérdida de tiempo la aprobación de un acta.
Y aprobar un acta o no aprobarla tiene sus consecuencias porque ese documento tiene validez jurídica.
Gracias por venir.