Domingo 16 de febrero de 2014
He participado en las Jornadas que el Instituto Francés de Barcelona ha dedicado al poeta Antonio Machado con motivo del 75 aniversario de su muerte (22 de febrero de 1939)
Mi trabajo ha consistido en luchar contra la ignorancia de quienes desconocían que el poeta vivió en Rocafort durante una etapa muy concreta de su vida (1936-1938), que la mayoría de sus lectores e investigadores situaba en la ciudad de Valencia.
He tenido la oportunidad de charlar largo y tendido con los técnicos de Cultura y con altos representantes de las llamadas Ciudades Machadianas: Sevilla, Soria, Baeza, Segovia y Coillure (Francia), quienes, por unanimidad en su asamblea anual celebrada el viernes, acordaron modificar sus estatutos para permitir el acceso de Rocafort a esa red cultural y turística, si el pleno de nuestro Ayuntamiento lo aprueba.
Hay oportunidades como ésta que debemos aprovechar; fueron las circunstancias -dolorosas siempre en la vida del poeta- y la intensa actividad intelectual que desarrolló aquí, las causas por las que Rocafort ocupa un lugar importante en su azaroso viaje vital.
Aquí comenzó a vivir el dolor terrible de un exilio inevitable que lo conduciría a la muerte en Coillure, a las pocas semanas de su llegada.
Sin embargo, durante su etapa en Rocafort supo convertir ese desgarro en un admirado y admirable trabajo poético, ensayístico y periodístico que el hispanista Ian Gibson y la escritora e investigadora Monique Alonso coinciden en describir como la época más tranquila y una de las más intensas y atractivas de su actividad intelectual.
Es el propio Machado quien describe lo que siente en Rocafort: «Esto es hermoso. Es como un poco de paraíso; sobre la huerta flamean todos los verdes, todos los amarillos, todos los rojos; el agua roja de esa venas surca graciosamente y abastece el cuerpo de esta tierra. […] Esto amo y admiro como una bendición»
A Villa Amparo, su residencia aquí, acudieron sus amigos: León Felipe, Rafael Alberti y Mª Teresa León, José Bergamín, Octavio Paz, Carmen Conde, Ramón Gaya, Vicente Gaos, Pérez Contel, Juan Gil-Albert… y tantos otros que dejaron constancia de sus vistas a Rocafort.
Durante mi estancia en Barcelona, he podido comprobar que la admiración a Machado -lejos de ser un lamento envuelto en la tristeza y la rabia que el exilio impone- se defiende y se define en la altura ética del hombre y en el incuestionado valor de su obra.
Ambas condiciones son las que lo han convertido en el referente de la generación literaria española del 98 (1898) y en uno de los poetas más relevantes de la literatura universal en castellano, junto a su gran amigo García Lorca.
Pensar que Rocafort pueda llegar a estar en esa red de Ciudades Machadianas, que compartamos con Sevilla, Soria, Baeza, Segovia y Coillure el lugar que merecemos, que divulguemos junto a ellas un programa común en una ruta Machadiana de calidad; que Rocafort se convierta en visita obligada de quienes recorren los escenarios de la vida del poeta para recordarlo y admirarlo; que Rocafort ocupe el puesto que el poeta quiso darle y que en los textos que se estudien en cualquier nivel educativo aparezcamos por derecho propio tiene un coste económico de 2Mil€/año, pero su valor es muy superior.
No es una quimera, ni tampoco una pretensión fútil… Quien se atreva a comparar esta ilusión y esta oportunidad a cualquier otra en la que los valencianos hemos invertido -a nuestro pesar- millones de euros para lograr situarnos en el mapa de la corrupción y del delpilfarro se equivocan.
Porque confunden (a sabiendas o no) lo que Rocafort merece con lo que la mayoría de Rocafort aborrece.
¿Por qué un homenaje de Rocafort a Machado?… porque hay muertos que logran insuflar su portentosa vida a quienes seguimos vivos.
16 febrero 2014 at 18:43
Sirvan las siguientes palabras de apoyo y confirmación a lo expresado en el escrito de Amparo Sampedro.
El viaje a Barcelona se puede considerar, además de un placer por lo que se oía, un éxito absoluto en lo que se perseguía.
Mucho público asistente y conferenciantes, investigadores y escritores de probada valía: Sergi Pàmies, Rosa Regàs, Xavier Febrés, amén de cantantes como Paco Ibáñez, periodistas y directores de cine.
Se percibía a los alcaldes y representantes de los ayuntamientos de la Red de “ciudades machadianas”, políticos y técnicos de diversas tendencias, entregados a la causa de la poesía y a la impronta literaria y social que Antonio Machado dejó en sus ciudades.
Lo primero que nos sorprendió fue que todos, excepto Monique Alonso, estudiosa detallista del éxodo de Machado, al citar el periplo del poeta, obviaban el nombre de Rocafort con un genérico Valencia.
Ambos tuvimos la oportunidad de deshacer el malentendido, tanto en público como en privado, y al final, mediante imágenes, datos, citas y recuerdos, conseguimos que el nombre de Rocafort sonara como un hito en la trayectoria vital del poeta. Para ellos, fue un sorprendente descubrimiento; para nosotros, una satisfacción reivindicativa.
Reunida la Asamblea de Ciudades Machadianas, se modificó el artículo que impedía cualquier otra adhesión futura. Quedaba abierta, pues, la puerta a que nuestro pueblo pueda iniciar los trámites de su adhesión a la Red. Dependerá, por tanto, de la decisión que tomen nuestros políticos que, conscientes de que la cultura es, además de cultura, economía, atenderán al deseo de los ciudadanos.
Mientras escuchábamos y debatíamos, lamentábamos solo una cosa: que no estuvieran allí Marie-Françoise, Julia, Rosalía, Antonio, Enric, Boro, Tomás, Rafael, Alejandro, Make experimentando, una vez más, la gran verdad del poeta: “son tus huellas el camino”, ese camino que se está trazando a base de muchas horas, mucha dedicación y la generosa contribución económica de tantos conciudadanos y simpatizantes de muy diverso origen.
Ha sido un buen trabajo y un honor que quedarán grabados en nuestra memoria. Fuimos con ese fin y ahora lo dejamos en manos de la responsabilidad de nuestros representantes. Luego, dependerá de nuestro entusiasmo y de nuestra constancia que todo sirva para el bien cultural, social y económico del pueblo de Rocafort.
Los actos celebrados en 1979, en 2009, este viaje y la Semana Cultural que mañana empieza son parte de esas “huellas” que los ciudadanos de Rocafort hemos ido dejando para hacer realidad un “camino”.
Antonio M. Herrera
17 febrero 2014 at 10:45
Para algunos la cultura si cuesta dinero es mejor pasar de ella. Ahí tenemos los recortes en Educación. Cuando se preguntan ¿cuánto nos va a costar formar parte de la red de ciudades machadianas? Seguramente es que no creen que la cultura es educación, formación y una manera de consolidar la fraternidad entre los pueblos.
Si pensamos que los vivos no podemos aprovecharnos de las enseñanzas y caminos abiertos por nuestros predecesores, es que somos muy cortos de vista.
Hermes Gracia