Sábado 8 de Marzo. 2014
¿Sigue siendo necesario el Día Internacional de la Mujer?
Sin duda.
Más que hace 1 año, más que hace 2, más que hace 3, más que hace 4, más que hace 5, más que hace 6, más que hace 7… Más.
No hace tanto que las mujeres españolas comenzamos a remontar la situación de desigualdad respecto a nuestros compañeros de viaje, los hombres.
Aún recordamos cuando en los colectivos progresistas se impuso la «cuota» femenina para convertir en necesario lo que era justo.
Muchas mujeres criticaron esa medida porque consideraban -¡con toda la razón!- que su valía era más que suficiente para participar, en igualdad de condiciones, en los mismos ámbitos de decisión que los hombres. Pero la Razón no siempre acompaña a los hechos.
Si la «cuota» femenina no se hubiera impuesto, las mujeres no hubiéramos tenido las mismas oportunidades que los hombres para acceder a puestos de responsabilidad en las empresas, en la economía, en la política, en la administración o en el ámbito social.
¿Por qué?, se siguen preguntando algunas personas… porque la presencia de la llamada «cuota» femenina obligó a hacer un hueco a las mujeres y desde luego se convirtió en necesario el reparto de las tareas domésticas, la atención a los hijos y a los mayores que convivían en la casa; se convirtió en necesario escuchar a las mujeres que participaban -gracias a la cuota- en las actividades de todo tipo que hasta ese momento se les habían negado.
Las mujeres que hoy disfrutan de su legítimo derecho a acceder a cargos públicos, empresariales o económicos, sociales o laborales, pero que sin embargo -desde sus posiciones ideológicas ultra conservadoras- siguen planteando la innecesaria «cuota» femenina, olvidan que ellas no son mejores que las mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de aspirar a demostrar que también estaban capacitadas para acceder a esos mismos puestos en otras épocas.
Olvidan que para llegar hasta aquí, las mujeres hemos tenido que demostrar doblemente nuestra capacidad de trabajo: dentro y fuera de casa; hemos tenido que exhibir nuestras aptitudes profesionales, sociales, políticas o empresariales en competencia con los hombres o con otras mujeres; hemos tenido que probar que nuestra maternidad no es un condicionante negativo sino una muestra más de nuestra responsabilidad y que somos capaces de desarrollarla junto a nuestros retos profesionales, políticos, personales, laborales o sociales.
Si aquella «cuota» y la Ley de Igualdad (Marzo de 2007) que reguló los recursos para hacer efectivos nuestros derechos no hubiera existido, la sociedad en su conjunto no habría considerado imprescindible que los hombres cedieran espacio, que compartieran la obligación de las responsabilidades domésticas ni tampoco les hubiera reconocido a ellos su derecho a disfrutar de la paternidad.
Si la Ley integral contra la Violencia de Género (Diciembre de 2004) no existiera, las mujeres seguiríamos sometidas al mismo modelo social que sufrieron nuestras madres, abuelas y bisabuelas; y la violencia contra la mujeres no sería considerada un delito por razón de género.
Hace muy poco tiempo logramos que se nos reconociera nuestro derecho a la salud y a la maternidad libremente decidida.
Todo lo anterior está en juego ahora: la ley contra la Violencia de Género experimentará cambios; la ley de Igualdad no se cumple ni siquiera por el Gobierno de España que está obligado a velar por ello; la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, sufrirá una modificación que, si nada lo remedia, nos situará a la altura de la legislación del Estado de El Vaticano en esa materia.
Sí, el 8 de Marzo sigue siendo una cita ineludible para las mujeres y los hombres que seguimos creyendo en la libertad.
Quizá -y lamentablemente- más que nunca.
(PD: esta tarde a las 20h en la Casa de Cultura, homenaje a Victoria Alcantud. ¡Por mérito propio!)
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