Martes 11 de noviembre de 2014

 

Octubre ya fue duro y noviembre no lo está siendo menos.

El conocimiento casi a diario de nuevos imputados a causa de las fechorías que todos imaginábamos aquí en la Comunidad Valenciana, el saqueo de recursos públicos, la hipocresía de quienes, sabiéndolo, inventan «líneas rojas y corta fuegos» no en aras de la responsabilidad, sino para construir las trincheras donde esconderse… Todo eso es nuestra gota Malaya.

Esa tortura que consiste en que la TV, la radio, la prensa o una pantalla de ordenador  derrame la información (los hechos) que demuestra,  gota a gota y a un ritmo continuado, cómo se hiere nuestra dignidad, cómo se burlan nuestros derechos y cómo se insulta nuestra inteligencia.

Eso provoca un estado de rabia, de indignación y de asco que algunos califican de locura. Pero no termina ahí la tortura porque también acaba erosionándose la capacidad de pensar, de reflexionar y de avanzar.

Y aquí estamos los valencianos y valencianas sufriendo nuestra gota MalayaGürtel, Brugal, Emarsa, RTVV, Cooperación, Bankia, Banco de Valencia, CAM, Terra Mítica, Ciudad de la Luz, Ciudad de las Artes y de las Ciencias, Ciudad de las Lenguas, Fórmula 1, Feria Valencia, Valencia Convention Bureau, Valencia Summit, Nóos, Centro de Convenciones, Taroncher,  Aeropuerto de Castellón, Naranjax, etc.

Ayer, volvieron a gotear sobre nuestros ojos y nuestros oídos un par de nombres más: Juan Cotino y Alfonso Grau. El primero renunció a su cargo de president de les Corts Valencianes hace un mes, con la excusa de que había decidido dedicarse al cultivo de los kiwis.

El segundo, Vice-alcalde de Valencia, ofreció ayer mismo una rueda de prensa para dejar claro que no presentará la dimisión porque no le da la gana; y que «las líneas rojas» las pone él (un reto en toda regla al president de la Generalitat, autor de la frase)

Todos ellos y ellas son o han sido parte del mismo partido político que lleva 23 años gobernando esta Comunidad autónoma.

Los hay condenados por la Justicia. Los hay imputados y los que deambulan bajo la sospecha de los Tribunales y del resto de la sociedad, y lo digo sin restringir ni un ápice la consideración que merece su presunta inocencia.

Todos, unos y otros, suman más de un centenar de nombres: Zaplana, Cartagena, Camps, Blasco, Castedo, Hernández Mateo, Olivas, Serafín Castellano, Carlos Fabra, Angéliga Such, Milagrosa Martínez, Vicente Rambla, Gerardo Camps, Víctor Campos, Rita Barberá, Alicia de Miguel, Niurka Montalvo, Esteban Cuesta, Yolanda García, Vicente Sanz, David Serra, Ricardo Costa, Pedro García, Alberto Jaraba, Lola Johnson, José Joaquín Ripoll, Alberto Catalá, Rafael Aznar, Manuel Cervera, Luís Rosado, Díaz-Alperi, Felipe del Baño, Eugenio Cañizares, Vicent Aparici, Francisco Martínez, Adela Pedrosa, Bernabé Cano, Manuel Álvaro, Enrique Crespo, etc. etc. etc.

El estado de locura que provoca nuestra particular gota Malaya en la sociedad valenciana, está servido. 

 

 

 

 

 

 

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