Viernes 27 de febrero de 2015

Pues no, no se celebró el pleno de ayer.

Hasta hace unos meses, las ausencias reiteradas de los plenos de uno de los concejales del PP a causa de su trabajo, no preocupaba en exceso al resto de su grupo.

Sin embargo, a medida que han ido aproximándose las elecciones municipales y han descubierto que sus 5 votos completos resultan útiles para sumarse cómodamente a los del resto de la oposición y convertir la suya en mayoría absoluta, las cosas han cambiado.

La frecuencia, el día y la hora de la celebración de los plenos ordinarios, lo aprueba el primer Pleno que celebra la Corporación tras su constitución. Y el 29 de junio de 2011, la Corporación aprobó que las sesiones ordinarias se celebrarían siempre el último jueves de cada mes, a las 20h.

Los 13 concejales que formamos la Corporación sabemos pues, y sin ningún género de dudas, que los plenos ordinarios son el último jueves de cada mes. Lo sabemos los concejales, lo sabe el público que asiste habitualmente a las sesiones y lo sabe la inmensa mayoría de los vecinos.

Habitualmente, en este mandato municipal, la notificación de los plenos ordinarios a los concejales se hace el viernes anterior al jueves de la sesión; de modo que hay por delante 6 días naturales (o 4 días laborables). Un plazo mayor al exigido en la normativa legal que establece un mínimo de 2 días laborables.

Cuando, por motivos de funcionamiento interno y de tiempo, la comisión de Hacienda -previa al pleno- ha tenido que celebrarse más tarde, la notificación del Pleno ha salido con los plazos mucho más ajustados al mínimo establecido por la normativa.

Esta vez ha ocurrido así (no es la primera vez, a lo largo de estos casi cuatro años ha pasado un par de veces más) El lunes 23 de febrero la Policía Local intentó notificar a Jorge Ortega, concejal del PP, en varias ocasiones; no había nadie en su casa. Lo llamaron por teléfono (una práctica habitual también), no lo descolgó.  Repitieron la visita a su casa y la última la hicieron a las 23,30h. Nadie.

A la mañana siguiente, volvieron a intentarlo sin suerte. Tampoco atendió la llamada de la Policía. A media mañana, el portavoz del grupo socialista, Víctor Jiménez, le envió un watssApp; no respondió. Al cabo de un rato, el concejal Ortega telefoneó a Jiménez y le aseguró que la tarde y la noche anteriores la Policía no había ido a su casa (existe un parte con las horas a las que fueron y las llamadas telefónicas que hicieron) La oficina de la secretaría general logró ponerse en contacto con él y Jorge Ortega les confirmó que estaría en casa entre las 14,30h y las 15h.

Finalmente, ese día -el martes-  la Policía volvió de nuevo a su domicilio a la hora que él había indicado y firmó la entrega de la notificación. Efectivamente, el trámite se había efectuado fuera de plazo, porque el cálculo de los dos días laborables, que como mínimo han de transcurrir entre la entrega de la notificación y la celebración de la sesión, no incluye esos días: el de la notificación y el de la celebración

La notificación de un pleno ordinario consiste únicamente en adjuntar el Orden del Día y el borrador el acta de sesiones anteriores que vayan a someterse a votación. Nada más.

Es obligación de los concejales acudir al ayuntamiento para consultar los expedientes del pleno; de ahí que la normativa establezca un plazo de dos días laborables entre la convocatoria y el pleno, con el fin de que los concejales dispongan de tiempo para ir al ayuntamiento y consultar lo que necesiten.

Así se ha hecho siempre; sin embargo, cuando asumí la alcaldía tomé la decisión de facilitar el trabajo a todos los concejales y remitirles copia de los expedientes junto a la convocatoria. Para evitar exceso de copias en papel y agilizar el trámite de la convocatoria, los concejales pueden recibirlo todo a través de su correo electrónico: y así es como lo hacemos la inmensa mayoría, excepto los 5 concejales del PP que siguen exigiendo ser notificados a través de la Policía.

Anoche, ya todos sentados en el salón de plenos, el portavoz del PP, Alejandro Llácer, me entregó una nota señalando que el concejal de su grupo, Jorge Ortega, no había sido notificado en tiempo y forma, lo que podría derivar por parte de su grupo en un recurso contra todos los acuerdos que se adoptaran.

Además, me entregó la copia de un escrito que la portavoz adjunta de su grupo, Carla Navarro, había presentado ante la Delegación del Gobierno y la Conselleria de Presidencia advirtiendo de que el concejal en cuestión, al no haber sido notificado en el plazo establecido por la normativa, no sabía que había un pleno ordinario y no había podido planificar sus tareas laborales, cosa que le impedía asistir.

O sea, que Jorge Ortega, debió ser el único vecino de Rocafort que no sabía que ayer era el último jueves de mes; el que olvidó que es miembro de la Corporación desde el 11 de junio de 2011 y el que pasó por alto sus obligaciones públicas.

Si efectivamente estaba fuera de Rocafort por motivos laborales, no tenía más que comunicarlo como ha hecho en muchas ocasiones a lo largo de estos casi 4 años; pero organizar todo esto para evitar que se celebre el pleno ordinario porque el PP iba a contar con un voto menos… es patético y bochornoso.

No solo es grotesca la treta que planificaron, sino que el PP volvió a demostrar que su falta de respeto al resto de los miembros de la Corporación, a los empleados municipales que han trabajado en la preparación del pleno y al público asistente, es su signo de distinción.

El Pleno que no pudo celebrarse ayer, se celebrará el próximo miércoles 4 de marzo, a las 20h, con carácter extraordinario.

 

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