Lunes 4 de abril de 2016
Un conocido político valenciano, de fulgurante estrellato a partir de finales del siglo pasado, solía apostillar las situaciones extravagantes con una frase: «en política, nada pasa por casualidad»
Para situaciones extravagantes, la que sucedió el pasado jueves aquí en Rocafort.
La oposición municipal, formada por el PP, IxR y Ciudadanos, al filo de las 8 de la tarde entregó en mano al vicesecretario municipal una moción de reprobación contra mí, para que fuera incluida con extrema urgencia en el Orden del Día del pleno que iba a celebrarse inmediatamente.
El viceseretario leyó el documento, consultó la legislación y -subiendo la escalera de camino al pleno- me dijo que eso no se podía incluir en el Orden del Día porque correspondía al punto de Ruegos y Preguntas. Es decir, el punto en el que la oposición debe presentar los Ruegos que considere oportunos respecto a la actuación de la alcaldesa, de los concejales delegados o de la Junta de Gobierno Local.
Y eso fue lo que pasó en el pleno, que le di la palabra al vicesecretario y que él expresó su opinión fundada en derecho. Porque una cosa ha de estar clara: cuando un funcionario con habilitación nacional informa (verbalmente o por escrito), no emite una opinión «personal» sino que sostiene un criterio jurídico.
Como la forma es el fondo, la extravagancia también se aprecia en el fondo de la cuestión: el PP, IxR y Ciudadanos me reprueban por una supuesta «ocultación de información» a la que dicen estar sometidos (?), por no recibir las actas de la Junta de Gobierno Local en el plazo establecido por la legislación (?) y por no atender las peticiones de los vecinos (sic)
(fuente: Hermano Lobo)
Repetir (y demostrar) de nuevo que desde que fui elegida alcaldesa, a mediados de junio de 2011, los concejales de la oposición tienen a su disposición toda la información a la que tienen derecho y otra que puedan solicitar, y que se les facilita su labor hasta el extremo de que no sea necesario ni siquiera que se acerquen al ayuntamiento (como es su obligación), ya resulta cansino y ocioso.
Pero, sí, lo repito: así es desde el 13 de junio de 2011.
Explicar aquí otra vez que la redacción y la distribución de las actas de los órganos de gobierno no es competencia de la alcaldía sino de la secretaría general, es ridículo.
Una reprobación basada en los puntos anteriores, y en un tercero cuya vaga redacción manifiesta la debilidad de los argumentos que se utilizan, es lo que me ha traído a la memoria la frase de aquel político valenciano ante situaciones extravagantes, «en política, nada pasa por casualidad»
Extravagancia la del grupo municipal del PP, que gobernó (?) durante 16 años el ayuntamiento con absoluto desprecio a los ciudadanos y a los concejales que trabajaban en la oposición, y que ahora -con sus derechos garantizados para ejercer su labor de fiscalización y con todas las facilidades posibles para no tener ni que desplazarse al ayuntamiento si no están por la labor- pretendan hacer creer que lo que está sucediendo no es real y que para transparentes ellos de toda la vida.
Extravagante también la postura del concejal de IxR. Su presencia ininterrumpida en el ayuntamiento desde 1995 le ha permitido conocer cómo las han gastado los distintos gobiernos del PP -gobiernos de los que han formado parte el 50% de los actuales concejales de ese partido-; durante 16 años de gobiernos del PP ha visto -si lo ha querido ver- barbaridades de todo tipo y abusos en todos los órdenes del ámbito municipal. Y resulta que ahora sale a la palestra agarrado a la mano de ese mismo PP como quien se agarra a un clavo ardiendo…
Es grotesco, lo sé. Lo de unos y lo de otro.
Cuando existen comportamientos extravagantes e incongruentes como esos, será porque prevalecen intereses que no conviene desvelar. Será porque a quienes se comportan de ese modo les resulta más cómodo mantener esa actitud que explicar con claridad qué es lo que pretenden realmente. Y es que explicar lo que no tiene fundamentación porque no existen motivos ciertos, es imposible.
Es verdad, en política nada pasa por casualidad.
25 junio 2016 at 11:44
De verdad, que estamos hartos.
Los ciudadanos no queremos que haya este «circo» entre las fuerzas políticas.
¿tan difícil es sentarse entre todos y hacer algo bueno por el pueblo?
Parece que cada partido intenta hundir al otro para conseguir estar en el poder en la siguiente legislatura, patético.
¿qué habéis hecho hasta ahora a parte de ir los unos contra los otros?
¿habéis cumplido si quiera el 5% de lo que prometíais cada uno de los partidos en vuestros programas electorales? Fontestad?Tráfico? Instalaciones? Aceras? zonas verdes? Cableado electrico?
Esto está mal planteado de base, la sensación que tenemos es que pasan los meses/años y todo sigue igual.
Esto no va contra ti, Amparo, va para todos. Tenéis que poneros las pilas y no empezar a hacer cosas 3 meses antes de las siguientes elecciones municipales.
En mi opinión toda la burocracia, informes y ordenanzas retrasa o impide llegar a los objetivos y no solo en Rocafort, en España en general.
En la empresa privada tienes un plazo definido para cumplir objetivos sino te despiden. Aquí debería ser lo mismo. De los funcionarios del Ayuntamiento ya ni hablo…
26 junio 2016 at 10:09
Hola Rocafortano
El ayuntamiento está formado por 13 concejales que forman parte, a su vez, de candidaturas diferentes y son, por orden del número de votos obtenidos el 24 de mayo de 2015:
– PP, con 4 concejales
– PSOE, con 4 concejales
– Ciudadanos, con 2 concejales
– Guanyem (que es una Agrupación de Electores formada por Podemos y Esquerra Unida), con 1 concejal
– IxR, con 1 concejal
– Compromís, con 1 concejal
Los ayuntamientos tienen dos órganos de gobierno diferentes y con competencias diferentes: la alcaldía y el pleno. Y en el pleno se aprueban los asuntos que son de su única competencia por mayoría; o bien mayoría simple, la mitad más uno de los presentes; o bien por mayoría absoluta, siete votos a favor.
Fui elegida alcaldesa con los votos de los concejales del PSOE, el de Guanyem, el de IxR y el de Compromís. El PP votó a su candidato y los dos concejales de Ciudadanos se abstuvieron.
Por tanto, la alcaldía -como órgano de gobierno municipal- se puso en marcha desde el 12 de junio de 2015. Las competencias de la alcaldía son amplísimas y es necesario delegar parte de ellas (las que la ley permite) en los llamados concejales de gobierno.
Todos los concejales que apoyaron mi elección como alcaldesa, se comprometieron a asumir competencias y a gobernar; excepto el concejal de IxR, que prefirió mantenerse en la oposición.
El gobierno, por lo tanto, estaba formado por seis personas.
Antes de someter al pleno los asuntos que solo el pleno puede decidir, se traslada información a los 13 concejales, se convocan reuniones (a las que no siempre asisten todos), se les pide opinión (que muchas veces callan para justificar después su voto en contra en el pleno) y se abren plazos para que presenten propuestas de mejora (que en ocasiones incumplen con largos silencios)
No debería ser difícil sentarnos a una mesa y acordar lo mejor para la mayoría de los vecinos. Pero lo es. Y lo es porque en demasiadas ocasiones prevalecen cuestiones muy diferentes a las que deberían ser las lógicas.
El 6 de abril, uno de los concejales del gobierno renunció a las tareas que tenía encomendadas y decidió pasar a la oposición. A partir de ese momento, el gobierno ya solo tenía cinco concejales.
El ayuntamiento de Rocafort no es el ayuntamiento de Valencia, ni el de Burjassot, ni el de Torrent ni siquiera el de Godella o el de Moncada, por ejemplo, que disponen de plantillas de personal suficientes para llevar a cabo las tareas administrativas y su seguimiento, y en las que hay técnicos, oficiales, administrativos, etc. etc.
No, aquí no. Aquí los concejales de gobierno (y la alcaldesa) son los que deben suplir esa carencia. Deben arremangarse, sentarse ante el ordenador y redactar los papeles que haga falta, y convertirse en administrativos, o incluso en técnicos, además de cumplir con la labor de impulsar y dirigir (políticamente) las áreas de gobierno que tienen asignadas. Y cuando las personas y los partidos políticos se presentan a las elecciones municipales de su pueblo, eso deben saberlo.
A nadie debería extrañarle todo lo que digo ahora, porque me he pasado los 4 años anteriores explicándolo.
Explicando los limitados recursos humanos profesionales de los que disponemos, a causa de las imposiciones legales del Gobierno de España. Explicando las limitaciones de gasto impuestas también por el Gobierno de España, a pesar de haber logrado en apenas tres años un saneamiento económico extraordinario en las cuentas municipales (recuerda que veníamos de una situación económica desastrosa, con una deuda indecente acumulada desde 2006 -más lo que estaba escondido y que empezó a aflorar en 2012-; y veníamos también de un caos organizativo y de funcionamiento interno que aún hoy sigue teniendo flecos importantes que resolver)
Tienes razón, el funcionamiento de la administración es complejo, farragoso y lento, muchas veces. Pero ese funcionamiento no lo dicta el ayuntamiento, sino las leyes que lo regulan. Y las leyes no las elabora el ayuntamiento, sino el Congreso de los Diputados.
Hoy en día, para ser concejal (y ya no te digo, para ser alcalde) hace falta tener una voluntad férrea y dedicarle mucho tiempo, pero mucho tiempo, al ayuntamiento. Hay que conciliar puntos de vista diferentes, hay que explicar, hay que trabajar y hay que querer aprender todos los días.
En el momento en el que prevalecen intereses partidistas o personales frente a los intereses comunes y generales, todo se va al traste porque ahí no cabe la negociación.
Cuando existe un mismo objetivo común, aunque haya puntos de vista distintos, sí es posible negociar: explicarnos, escucharnos y acordar.
Porque negociar no significa decir: «si no haces esto, no te apruebo lo otro» (aunque «lo otro» no tenga nada que ver con lo que se está tratando) O bien: «si no aceptas todas mis condiciones, voto en contra»
O lo que aún es peor: «da igual que me pidas que participe para mejorar lo que propones, no lo voy a hacer porque voy a votar en contra igualmente»
Ya ves, la dificultad está en conseguir una voluntad común en la que el trabajo y la lealtad no se abandonen.
Volviendo a tu opinión, hay que señalar que una cosa es la burocracia (que sí, que estoy contigo en que las leyes que la regulan hay que modificarlas) y otra diferente los informes y otra diferente las ordenanzas.
En contra de lo que uno puede pensar, la alcaldesa o el pleno no pueden decidir lo que se les ocurra, cuando se les ocurra y de la manera que se les ocurra. Hay informes, hay valoraciones económicas, hay imposiciones legales, hay plazos, hay límites de todo tipo, hay limitaciones muy importantes y hay que tener votos suficientes en el pleno (y también en el gobierno) para sacarlo adelante.
La empresa privada funciona de un modo muy diferente porque no tiene los mecanismos de control y de fiscalización legales y económicos a los que hemos de atenernos en los ayuntamientos. Y porque en un ayuntamiento los asuntos se aprueban por mayoría y esa mayoría hay que negociarla; y porque hay personas (y también partidos) que prefieren «hacer política» en las redes sociales, incendiándolas, o en la barra de los bares en lugar de ponerse a trabajar y de explicar con sencillez (y con lealtad) qué ocurre y por qué ocurre.
Tarea difícil para quienes están entretenidos en su propia «mismidad».
Muchas gracias por volver después de tanto tiempo.