Miércoles 15 de junio de 2016
Esto avanza con la penosidad añadida del viento de Poniente. Es decir, tensión arterial a la baja e insomnio.
Mientras se sigue «debatiendo» a golpe de twit/Fb cuestiones tan relevantes para la política española como la gestualidad de los candidatos durante el Debate-4 del lunes, aquí siguen saliendo a la luz más y más, y más, casos de corrupción política protagonizada por el PP.
Me asquea la capacidad camaleónica que conservan muchos de los cargos del PP y me asombra comprobar que su ascendencia sobre el electorado es muy elevada.
Me resisto a creer que la verdad no importa; que el saqueo a las arcas públicas nos la trae al pairo; que Aquamed (empresa pública) se planteara verter ácido clorhídrico al Ebro para que FCC aumentara sus ganancias y que nos dé igual; que se acabe de descubrir otra fuga de millones de euros en un hospital público de Castellón y que miremos hacia otra parte; que los centenares de gobiernos municipales progresistas que llegaron a los ayuntamientos hace ahora un año, estén pasando un auténtico calvario para poder resolver las indecencias con las que se han encontrado y que eso no nos haga reflexionar sobre qué es el PP y a qué se dedica realmente.
Lo repito, me resisto a creer que la verdad no importa. Que no importa que el PP lleve legislando contra los ayuntamientos, desde que llegó al Gobierno de España, para enmascarar el despilfarro de la administración general que gobierna y el de las comunidades autónomas que gobernó hasta hace apenas 1 año.
Me resisto a pensar que nada de todo eso tiene importancia; que como vecinos de Rocafort, de Santa Pola o de Vistahermosa, no nos sentimos afectados por lo que ha significado un gobierno de España en manos del PP: su soberbia y su incompetencia.
Lo tengo clarísimo: el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, es -con mucha diferencia sobre el resto- quien mejor puede sacar adelante un proyecto político gobernable, plural y conciliador en el que cabemos una amplia mayoría de las personas de este país.
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