Domingo 1 de octubre de 2017
Hace varios días me propuse escribir sobre la Diada de Catalunya. La viví personalmente por primera vez este año. Aproveché una cita familiar la víspera en Barcelona y callejeé durante horas en la jornada de l’11 de Setembre. Sin prejuicios.
Desde entonces, sin embargo, han pasado demasiadas cosas y la (des)información circula atropelladamente.
De aquel lunes 11 de septiembre guardo la imagen de una Barcelona cordial, amable, familiar, cívica y festiva. Una ciudad orgullosa de sí misma y audaz, elegante y culta. Plural. Bellísima. Barcelona.
(fuente: ElPais.cat)
De los días que siguieron, hasta hoy mismo y los que vendrán a partir de mañana, guardaré los gestos y los textos de quienes han dictado sentencias injustas contra las personas que viven en Catalunya: contra todas.
Porque todas ellas -defiendan lo que defiendan y lo hagan en la lengua en que lo hagan- son las víctimas propiciatorias de lo que en este 1 de Octubre de 2017 está sucediendo.
Nunca imaginé que vería imágenes como las que hoy retransmiten en directo todas las TV; ni que cabeceras internacionales destacarían en sus portadas digitales la inadmisible violencia policial.
(fuente: InfoLibre)
(fuente: EFE)
(fuente: VozPópuli)
Seguí con enorme interés las sesiones del Parlament que se desarrollaron los días 6 y 7 de septiembre; y me indignó la actuación del Govern, de la presidenta y de la mayoría de los integrantes de la Mesa.
Mientras estuve en Barcelona, hablé con personas partidarias de la independencia que se mostraron decepcionadas y enfadadas con lo que había ocurrido aquellos días en el Parlament. También con otras no independentistas que defendían la celebración de un referéndum y que, igual que las anteriores, manifestaban su enfado por el modo en que se habían conducido los hechos en el Parlament.
Es cierto que bajo un punto de vista jurídico y reglamentario, aquellos hechos no tuvieron justificación alguna.
Sin embargo, me sorprende la determinación que se ha desarrollado para concebir y analizar el conflicto de Catalunya como un asunto estrictamente jurídico, mientras el propio Estado de Derecho permite un análisis más amplio, más profundo y ciertamente más útil.
Judicializar un asunto tan delicado por sus dimensiones políticas como éste, es el modo de aplicar que «la mejor defensa es un ataque». Una afirmación que suspende por la vía inmediata cualquier intención de corregir el fondo y la forma de lo que debe resolverse a través de los mecanismos democráticos que también ofrece vivir en un Estado de Derecho.
Por eso, la vergüenza que acumulamos quienes pensamos que el Estado de Derecho no es ni el empleo de la fuerza policial para suplir la incompetencia política -en el mejor de los casos- ni la intolerable indolencia como táctica para el cálculo electoralista, en cualquier caso; esa vergüenza -digo- no debemos esconderla. Ni tampoco regodearnos en ella para posicionarnos evitando un debate serio que permita escuchar, hablar, reflexionar y decidir.
Llegados a este punto, a los políticos que han optado desde hace años por la insoportable desidia calculada, ni una línea más a su favor. A los que han construido un «caballo de Troya» para esconderse en su panza y atacar desde dentro de su propio territorio, ni un halago más.
Llevo días escuchando que ni el presidente Puigdemont ni el vicepresidente Junqueras son interlocutores válidos a partir del 2 de octubre. Pero aún son pocos los que señalan que el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, también ha quedado inhabilitado políticamente; no solo por su actuación displicente durante estos días, sino por su participación vergonzosa como máximo responsable del PP en la gestación de este tremendo conflicto que se arrastra desde hace años y que hoy vuelve a ser explícito en las calles de Catalunya.
(«Joder, qué tropa»)
Pérez Royo, catedrático de Derecho Consitucional
Jesús Maraña, periodista y director de InfoLibre
2 octubre 2017 at 10:05
Un análisis sereno el que haces y una vez más se pone en evidencia que el choque de trenes ha sido buscado.
Unos por esconderse tras la Ley y otros por crear una nueva Ley a su antojo.
Todos, todos, han participado en la manipulación de los ciudadanos de Catalunya y España. Estoy convencido que ha prevalecido por encima de la verdad, la sinrazón electoral.
2 octubre 2017 at 23:04
Amparo, análisis en el que muchos estamos de acuerdo,pero particularmente estoy más sorprendido de algo que me llama mucho la atención y me preocupa al mismo tiempo. El linchamiento en conversaciones de bar o amigos y sobre todo en redes sociales contra los catalanes. Hablo de nuestro entorno y particularmente extendiéndome a nuestra comunidad. Un fenómeno que ingenuamente creía que había quedado atrás, pero que en estos días ha rebrotado como una plaga descontrolada.
Se llama anticatalanismo valenciano y tiene su germen al final de los años 80. Yo mismo reconozco que lo creí durante algún tiempo. Un plan letal de la derecha valenciana que tristemente he comprobado, sigue calando en gran parte de nuestros amigos y familiares. Es imperdible como se trata este tema, en el relato gráfico que resume perfectamente de lo que estoy hablando. Su autor, el dibujante Lalo Kubala lo publicó el 09 de Septiembre de 2009 en la revista @eljueves. aquí tenéis el enlace:
Haz clic para acceder a ppvalenciajueves.pdf
3 octubre 2017 at 17:19
Hola, Hermes.
Exactamente eso que dices: ha prevalecido el cálculo electoralista sobre todo lo demás.
¡Un abrazo grande!
3 octubre 2017 at 17:32
Hola, Alejandro.
Coincido contigo. Viví los comienzos del anticatalanismo al que te refieres: era finales de la década de los 70 y tenía un nombre, «la Batalla de Valencia». Aquel plan -como tú dices- fue planeado y ejecutado por la derecha valenciana y Emilio Attard (uno de nuestros más «ilustres» vecinos) tuvo una enorme influencia no solo en su planificación sino también en su ejecución.
Duró muchos años (¡demasiados!) y como recoge el fantástico relato gráfico que has enlazado, sigue muy viva… El PP valenciano suele sacar ese fantasma de su armario, cuando se acercan unas elecciones o cuando hay problemas muy serios, como ahora mismo en Catalunya.
Fue tanto el daño que hicieron, tanto el «veneno» que inyectaron, que hoy aún surte su efecto entre los más… Bueno, ¡no sé cómo llamarlos!
¡Un abrazo grande!
5 octubre 2017 at 10:43
Hola Amparo, desde Euskadi, comparto completamente todo tu análisis, suscribo todas tus palabras, ADELANTE
5 octubre 2017 at 11:49
Hola, Juan Carlos.
Creo que el esfuerzo por conocer de dónde venimos, por qué y para qué, nos ayudará a entender dónde estamos y hacia dónde están dispuestos algunos a llevarnos.
Un saludo y gracias por participar.