Viernes 30 de diciembre de 2011
A estas alturas hay que seguir recordando que la prudencia es una virtud preciosa. Que el silencio, aunque solo sea por prudencia, es una actitud recomendable. Y que el ensañamiento, la provocación y la mala educación no conducen a mejorar las cosas que importan a todos.
Durante el pleno de ayer comprobé que el partido mayoritario de la oposición no está dispuesto a conducirse con prudencia a pesar de que la situación por la que estamos atravesando es exactamente la que ellos diseñaron.
Aún me soprende que quien ha sido durante 8 años concejal de Hacienda (y 4 años de Cultura) y actualmente número 2 del ex-alcalde, se envalentone defendiendo justamente lo contrario de lo que ha practicado, ha aplaudido y ha alentado hasta hace unos meses.
Lo reconozco: a este paso no voy a perder la capacidad de sorpresa. Es más, aumenta con el paso de los meses.
Anoche me quedé estupefacta cuando él mismo, tras arremeter contra la concejala de Acción Social con una insolencia inexplicable rubricando su intervención acusándola de haber cerrado el Centro de Día, me miró y me guiñó un ojo. Necesité un par de segundos para comprender su gesto, el tiempo suficiente para recordar las veces que él mismo -siendo concejal de Hacienda hasta hace unos meses- me confesó el grave problema que acarreaba la apertura del Centro de Día porque el Ayuntamiento no podía soportarlo y resultaba totalmente inviable.
En ese mismo gesto suyo -repito, tras una intervención contra la concejala Concha Bernat trufada no solo de acusaciones sino de manifestaciones impropias de un hombre con responsabilidades importantísimas de gobierno durante los últimos 8 años- reconocí una manera de entender la política municipal que no puedo compartir.
Porque no puedo compartir que se utilice irresponsablemente la información de la que se dispone (y él especialmente por haber sido concejal de Hacienda durante 8 largos años) para falsearla ahora.
Porque no puedo compartir que se utilice irresponsablemente información reservada (a los funcionarios públicos) para manipularla y poner en vilo a los vecinos por una supuesta «inseguridad ciudadana» con el fin de sembrar la incertidumbre y el miedo, a cambio de no se sabe qué beneficios personales.
El actual número 2 del ex-alcalde sabe que la plantilla de la Policía Local trabaja y cumple con sus obligaciones como funcionarios públicos que son. Y lo hacen de manera eficaz y con profesionalidad. Y sabe, además, que las circunstancias -sobrevenidas y, por lo tanto, inesperadas para este gobierno municipal- ha obligado a una dismunición de 4 efectivos, de los cuales 1 ya fue cubierto el 14 de noviembre y el segundo lo será la próxima semana.
Y sabe también que cuando regresen (a finales de abril) del curso obligatorio que forma parte de la oposición que aprobaron 3 agentes, la plantilla contará con un agente más de los que existían hasta ahora.
Y sabe -¡y tanto que lo sabe!- que la plantilla de la Policía Local lleva años (¡6 años!) esperando a que el gobierno del que él formaba parte hasta el 11 de junio pasado cumpliera con las promesas verbales que les hicieron en materia económica.
El portavoz actual del partido mayoritario de la oposición (ex-concejal de Hacienda y número 2 de Sebastián Bosch) sabe mejor que nadie que el remanente negativo de tesorería no puede ni debe confundirse con el déficit. Y sabe, porque conoce el informe de la Intervención municipal fechado el 3 de octubre de este año, que la diferencia entre ingresos y gastos -solamente en el presupuesto de 2011- ronda los 800.000€.
Y sabe que seguimos pagando facturas de los años 2008, 2009 y 2010.
Y sabe que la sentencia que ha condenado al Ayuntamiento a pagar a una ex-empleada un total de casi 11.000€ es debido a los contratos en fraude de ley que acumuló desde el año 2006 hasta que finalizó el contrato (y no se le renovó) el pasado 30 de junio.
Y sabe que la reclamación que ha interpuesto otra ex-trabajadora (cuyo nombre no daré pero que él hizo público ayer en el pleno) es por la misma razón: por contratos en fraude de ley acumulados desde el año 2003 hasta que venció el último y no le fue renovado porque se convocaron las plazas de acuerdo con la normativa en materia de Personal.
Lo sabe, sabe que la pésima organización interna del Ayuntamiento es imposible encarrilarla en menos de 6 meses y que, muy a mi pesar, no tengo otro remedio que prolongar determinados contratos so pena de cerrar los servicios que prestan esos empleados. Y sabe que los informes desfavorables que ha emitido la Intervención municipal al respecto reconocen abiertamente esa situación, la necesidad de mantenerlos y el esfuerzo de la actual Corporación por regularizar el enorme embrollo que existe.
Y sabe que la nueva Escuela Infantil Municipal está acabada -y pagada con el Plan-E 2010 (Gobierno de España)- gracias a que a mediados de junio solicitamos de urgencia las prórrogas necesarias para no perder la financiación y nos pusimos manos a la obra para solucionar los problemas que habían paralizado su construcción durante casi 6 meses.
Y sabe que se han perdido 17.000€ del Plan-E 2010 (del Gobierno de España) porque tuvieron la «genial» ideal de solicitar esa ayuda para el mantenimiento del Centro de Día cuando ni siquiera estaba abierto.
Y sabe que no se han ejecutado ninguno de los Planes de inversiones desde el año 2007 que cuentan con subvención de la Diputación de Valencia con el riesgo de perder una parte importante de los más de 700.000€ que corresponderían a Rocafort.
¡Y tanto que lo sabe! … Lo sabe todo porque él ha formado parte del problema que ahora intentamos resolver.
Y sabe también que las referencias al pasado más reciente son imprescindibles por dos razones: la primera, porque estamos en un ejercicio presupuestario -que aprobaron 3 semanas antes de las elecciones municipales- cuyos números y florituras (falsas) fueron una decisión suya y del ex-alcalde, fruto de anteriores presupuestos inverosímiles. Y la segunda, porque la situación actual, no solamente la económica sino también la organizativa, es la causa de aquella decisión y de otras muchas acumuladas durante años.
Eso es lo que no entiendo y me sigue sorprendiendo, que sabiéndolo todo (incluso lo que hoy no he escrito) no se conceda a sí mismo una tregua de silencio por prudencia.