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Blog de Amparo Sampedro Alemany

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Cambiar el PSOE para que vuelva a ser el PSOE

Viernes 2 de junio de 2017.

 

Es una buena idea que los secretarios generales autonómicos no formen parte de la próxima ejecutiva federal del PSOE.

Podría ser la manera de empezar a educar en la distinción entre las funciones de los cargos orgánicos y las de los cargos institucionales.

La gran mayoría de los secretarios generales territoriales son también presidentes o altos cargos en los gobiernos autonómicos, y eso no es garantía de casi nada que merezca la pena mantener.

La labor de un presidente o de un alto cargo autonómico es muy compleja y requiere una dedicación absoluta; y la de un secretario general territorial es igualmente absorbente y difícil. Conjugar ambas siempre me ha parecido un esfuerzo titánico e innecesario que, además, aleja paulatinamente de la realidad a quien lo desarrolla. Muy especialmente, de la realidad en la que se mueve la militancia.

No pongo en duda en absoluto las capacidades de quienes ejercen ambas responsabilidades; al contrario, ellas y ellos son dignos de admiración. Pero no se trata ahora de valorar el talento y la competencia personales para gobernar para todos los ciudadanos y, al mismo tiempo, a la militancia; se trata, precisamente, de separar esos dos planos para que el segundo -el orgánico- pueda mejorar, ampliar y fortalecer al primero, el institucional. Y no a la inversa.

El ámbito institucional se ha engullido al ámbito orgánico; y eso obedece a una mecánica pocas veces cuestionada.

 

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(Fuente: Forges)

 

El poder de las instituciones -entendido «poder» en el sentido positivo del término- se mueve en un espacio cuyas herramientas procuran un conocimiento de la realidad ajustado a unas circunstancias pasadas que configuran el presente; ese conocimiento es el que permite encajar en los amplios límites del medio y del largo plazo las [circunstancias] que podrán diseñar el futuro inmediato y el siguiente. Modificar o no todo eso, tomar una decisión o su contraria es la acción política institucional.

Sin embargo, para lograr una acción política institucional eficaz, positiva y claramente transformadora, el movimiento orgánico debe incidir en ella e incluso condicionarla.

El poder orgánico -seguimos entendiendo el sentido positivo del término «poder»– se nutre del caudal de información que la militancia puede aportar con experiencias elocuentes y próximas a lo cotidiano, y con aspiraciones colectivas exploradas en diversos ámbitos de la vida comunitaria y acogidas con éxito.

Elaborar estrategias para mejorar lo ordinario transformándolo en actuaciones valiosas para el bienestar y el interés general, ha de ser la acción política orgánica.

Por tanto, para que exista esa necesaria transmisión de estrategias que la vida orgánica ha de proponer, estudiar, analizar y resolver, es imprescindible disolver la confusión entre un poder y otro. Hay que deslindar el plano institucional del orgánico con el objetivo de recuperar el fundamento de las instituciones y restablecer su potente carga política que no es sino el modo que tiene la sociedad y, en este caso, la militancia, para ejercer su autoridad política.

El PSOE ha iniciado un interesante debate orgánico que podría llevarnos a aproximarnos a ese camino.

Que nadie suponga que estoy despreciando la valiosa experiencia que acumulan quienes ejercen altas responsabilidades institucionales; su relevante punto de vista debe ser tomado en consideración siempre porque son quienes mejor conocen el impacto de la acción política de la organización en la sociedad que gobiernan.

El PSOE ha de volver a ser un partido fuerte, con un discurso político de contenido potente e identificable; próximo a las personas y capaz de extender y tonificar la ciudadanía.

Y este apasionante capítulo hemos de escribirlo y re-escribirlo tantas veces como sea necesario para que resulte útil. Lo hemos de firmar juntos, así que manos a la obra y que cada uno utilice su propio teclado: la militancia el suyo y el poder institucional el que le ofrece la sociedad en la que vivimos todos y la ciudadanía que queremos ejercer.

 

 

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Los gestos de Iglesias

Viernes 26 de mayo de 2017.

 

Hay quienes atribuyen a Podemos un buen gesto por ofrecerle al PSOE retirar su moción de censura, si los socialistas presentan una propia.

Pero vayamos por partes y conjuguemos correctamente los tiempos y el modo.

Podemos anunció que presentaría una moción de censura el viernes 28 de abril, una vez iniciado el proceso de primarias del PSOE; un proceso cuyo calendario era público y del que se conocían los plazos y las fechas de cada uno de los procedimientos, y que no finalizará hasta el domingo 19 de junio. Todo eso ya lo sabía Iglesias, cuando hizo el anuncio.

En aquella rueda de prensa en la que hizo pública su intención, señaló que se pondrían en contacto con el resto de fuerzas de la oposición del Congreso para elaborarla (se necesitan 176 votos), señalar un candidato a la presidencia del Gobierno y acordar un programa de gobierno.

 

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(Fuente: La Sexta. 28 de abril de 2017)

 

Podemos sabía entonces que el PSOE, en medio de un proceso interno de mucha envergadura que estaba confrontando por primera vez en décadas dos proyectos bien diferenciados de organización interna, de planteamiento político y estratégico, -sabía, digo- que el PSOE no podía entrar en disquisiciones tácticas, que al fin y al cabo era el objetivo que pretendía Podemos con esa moción de censura.

[¿Podemos hubiera entrado a valorar la presentación de una moción de censura durante su proceso interno de Vistalegre II, entre diciembre y febrero?]

El viernes 19 de mayo, cuarenta y ocho horas antes de las votaciones de las primarias socialistas, Podemos registró en el Congreso su moción de censura firmada por treinta y siete diputados (de los 176 que se necesitan), sin exponer su programa de gobierno –como es preceptivo- y proponiendo a Pablo Iglesias como presidente del Gobierno. Además, convocó para el día siguiente –víspera de las primarias socialistas– una manifestación en Madrid que respaldara esa moción de censura.

El domingo 21 de mayo, Pedro Sánchez es elegido secretario general federal del PSOE. Esa misma noche, tras conocer el resultado, el portavoz del grupo parlamentario socialista, Antonio Herrando, dimite.

Aún no había transcurridas 24 horas, y la misma mañana del lunes 22 de mayo, Pablo Iglesias anuncia su ofrecimiento a Pedro Sánchez de retirar su moción de censura, si los socialistas presentan la suya propia.

Iglesias sabe que el secretario general federal del PSOE aún ha de ser ratificado en el congreso que se celebrará entre el 16 y el 19 de junio. Sabe que la gestora federal está en funciones –sin ninguna atribución salvo las puramente administrativas- hasta que finalice el proceso congresual.

Sabe, y eso hay que tenerlo muy en cuenta, que una vez registrada la moción de censura –cosa que hizo el 19 de mayo- los tiempos legales comienzan a correr y que, por lo tanto, esa moción será debatida en el Congreso antes de que Pedro Sánchez y la nueva dirección federal sean ratificadas y antes de que se vote una nueva dirección en el grupo parlamentario socialista.

Y también sabe, y que a nadie se le olvide porque es francamente importante, que los diputados solo pueden firmar una moción en cada legislatura. Sí, solo una.

¿De verdad este era el mejor momento para presentarla?

Si observamos cómo han ido sucediendo las cosas y las analizamos con tranquilidad, no parece que la intención de esa moción de censura sea la que debería ser; por eso tampoco considero un buen gesto el ofrecimiento que le hace ahora Iglesias a Sánchez.

Esos son los gestos de Iglesias, su tacticismo…

 

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(Fuente: RTVE. 23 de enero de 2016)

@susanadiaz, cariño, tenemos que hablar…

Jueves 18 de mayo de 2017.

Sí, cariño, tenemos que hablar y no vamos a contar mentiras –tra-la-rá.

«A este lo quiero muerto hoy», te escucharon sentenciar la noche del pasado 1 de octubre y efectivamente te empleaste a fondo.

¿Tú ves como hemos de hablar de lo nuestro? 

A ver, Susana, ¿esto de qué va?; porque ni va de coser, ni de restañar heridas ni de unir sensibilidades. 

Seamos sinceras, cariño, esto va de lo que va: de elegir entre dos modelos de partido bien diferentes, con estructuras internas dinámicas y participadas uno, y con estructuras internas meramente representativas del poder indiscutible el otro.

Esto va de elegir entre dos estrategias distintas: una, con intención de refundar un proyecto que se asiente en el siglo XXI acorde con los valores de la socialdemocracia, sin rehuir los cambios extraordinarios del panorama político, humano, social, económico y cultural; y la otra, con la intención de amarrar viejos dogmas, que sí fueron útiles hasta principios de este siglo pero cuya eficacia ha ido disolviéndose de manera natural porque no han dado respuesta a la revolución imparable (y no siempre loable) del mundo en el siglo XXI.

Cuando eso ocurre, cuando existen dos modelos tan diferentes -uno sustentado en los éxitos del pasado y en el miedo al presente; y el otro sostenido y reconocido por una militancia activada, valiente con el presente-, al primero no le queda otra que recurrir a la posverdad en su discurso para que solamente pueda entenderse con las vísceras y conmover.

Como el «America first!», vamos.

Por eso, cuando te escuché en el debate del lunes, me afectó tu susurro a Pedro Sánchez«no mientas, cariño»  ¡Caramba, Susana, me llegó hondo! Si no fuera porque la «posverdad» me jode bastante y me mantengo alerta para denunciarla porque sé adónde nos dirige y para qué, -si no fuera por eso, digo- casi consigues convencer a mis vísceras.

Afortunadamente, no ocurrió. Vamos a ver: ¿Mentir? ¿Qué es mentir, leer textualmente tus declaraciones a los medios? No, cariño. Mentir es lo que hace Miguel Ángel Heredia y Estela Goicoetxea.

Durante el debate del lunes, me fijé en tu cara desencajada, el mismo gesto severo que dibujamos cualquiera cuando nos desarma el otro; cuando nuestros argumentos hacen aguas por todas partes y no encontramos asidero.

No vamos a contar mentiras -tra-la-rá-, Susana

Así que, vamos a ser sinceras:

Lo de 100%PSOE es peligrosamente excluyente; lo sabes, ¿verdad? De las 237 personas que fueron invitadas por la Gestora a redactar las ponencias-marco, ni una sola, ni siquiera una, tenía una mínima relación con la candidatura de Pedro.

Lo de #LaHoradelasMujeres es antediluviano en un partido como el nuestro, en el que las mujeres y los hombres socialistas somos feministas porque también forma parte de nuestra militancia.

Lo de un PSOE ganador es inútil si no sabemos para qué y cómo. Porque no se trata de valorar quién ha ganado; sino de por qué ha ganado o ha perdido.

Lo de un proyecto de todos y de todas es falso porque ni siquiera el programa que presentaste ayer (¡tres días antes de las votaciones!) ha sido participado a la militancia con tiempo suficiente para analizarlo y complementarlo.

Hasta el último minuto has confiado, y confiaron, en tu carácter arrollador y en la fuerza de los totems de la tribu. Quizá por eso has  hecho público tu programa apenas tres días antes de las votaciones. 

¿Sabes qué pasa, Susana?… que ya no hay una tribu sino una militancia activada como hace años que no habíamos visto en nuestra organización; que esa militancia no quiere un programa, sino un proyecto para construirlo entre todos. Y todos sabemos que cuando eso sucede, cuando la tribu se convierte en ciudadanos y ciudadanas militantes, los totems muestran sus delicados pies de barro.

Esta vez, la inmensa mayoría de la militancia no se ha quedado callada cuando ha visto que el rey se paseaba desnudo…

 

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¿Juego de peones otra vez?

Jueves 27 de abril de 2017

 

 

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No me gusta lo que veo y lo que me temo. No me gustan los rumores ni los titulares excesivos ni las mentiras de toda la vida, aunque ahora se llamen «posverdad».

 

Resultat d'imatges de maledicencia

 

 

 

La maledicencia y el miedo me inquietan; la maledicencia denigra y el miedo nos convierte en rehenes de quienes lo administran.

Por eso, lo que está sucediendo en el PSOE me alarma. 

El ex-presidente Zapatero señaló hace un par de días que quería «deshacer los prejuicios» que -según él- existen hacia Susana Díaz, por ser mujer y andaluza. Lo dijo durante un acto del PSC.

¿Se dirigía a los militantes del PSC?, ¿les estaba diciendo que hay «machismo» y «xenofobia» en el trato que dispensan a Díaz?

Pero, ¿qué maldita locura es ésta?… ¡Cómo no me voy a alarmar con una declaración así de un destacado militante, dirigida a sus propios compañeros!

Sentí lo mismo cuando escuché a Verónica Pérez, a Estela Goicoetxea, a M.A. Heredia, a Lambán, a García-Page, a Fernández-Vara, a Abel Caballero, a Mario Jiménez,… y a tantos otros que no hacen sino multiplicar por sí solos el descrédito que arrastra el partido. Y esa operación arrojará un resultado pésimo para la organización, sus militantes y simpatizantes, y para los votantes progresistas.

Me preocupa y mucho lo que está sucediendo.

En este proceso de primarias, ofende el comportamiento «a la desesperada» de algunos representantes socialistas que han tenido o siguen teniendo responsabilidades públicas y orgánicas.

Cuando vacían sus vísceras a micrófono abierto, es desolador.

Cuando acusan sin fundamento, es intolerable.

Cuando enmarañan el objetivo de las primarias -la elección de la secretaría general Federal– para confundirlo con causas territoriales, es un error enorme.

Que ahora se sientan acorralados por las circunstancias que ellos mismos provocaron, es un grave problema. Es verdad.

Pero también es cierto que programar un juego de peones pero sin peones, contiene un riesgo altísimo. Y esta vez parece que los peones sí van a estar.

 

(¡Atónita me tienen!)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primarias trascendentales: sin medias tintas

 

Viernes 21 de abril de 2017

Es verdad que en el PSOE el proceso de primarias no es nuevo; sin embargo, el que estamos viviendo ahora no permite comparación con los anteriores.

No es lo mismo y lo sabemos todos, porque todos participamos en él de una u otra manera: la propia organización y su aparato, la militancia, los simpatizantes, otras organizaciones políticas, el cuerpo electoral de este país en su conjunto, los medios de comunicación y las redes sociales.

Desde 2008, los diferentes procesos electorales celebrados en España venían señalado una caída incontestable del PSOE, que no hizo sino agravarse:

  • con determinadas acciones del gobierno presidido por Zapatero durante los dos últimos años de su segundo mandato (2010 y 2011)
  • con la insolvente respuesta política al 15M (2011)
  • con la decepcionante tarea en la oposición al gobierno del PP y el acendrado sentido Estado que nunca se ha sabido explicar (Rubalcaba, 2011-2014)
  • con las declaraciones estentóreas y extemporáneas de destacados líderes
  • con la escasa voluntad de reflexión y de pedagogía de los cuadros de la propia organización
  • con la paulatina indiferencia de la militancia, forzada por unas circunstancias en las que no había participado

Y, en definitiva, con el alejamiento del electorado, que en parte se refugió en la abstención o que buscó nuevas respuestas en las fuerzas políticas estatales que surgieron en 2014.

Dejémonos de medias tintas: estas primarias son trascendentales. Lo son para el PSOE porque lo son para la izquierda y las fuerzas progresistas en general de este país.

Son trascendentales para la militancia porque el ejercicio de su responsabilidad, su voto, decide el futuro de este partido y ese futuro ha de contener o no -según quien lidere la organización- la necesidad imperiosa de renovar el proyecto socialista. Un proyecto coherente con el socialismo democrático y la socialdemocracia del siglo XXI, sin complejos ni ambages; o mantener el que arrastramos desde la década de los 80 del siglo pasado. Y no es lo mismo porque ya no somos los mismos.

Hay tanto en juego en estas primarias, que los militantes no solo hemos de mirar hacia adentro de la organización para decidir, sino que estamos obligados a observar y a reflexionar sobre lo que ocurre fuera de ella.

No se trata solamente de elegir a quién ha de dirigir este partido; hay que elegir a quien represente un proyecto concreto, vigoroso y profundamente renovado para restablecer la credibilidad y serenar el desconcierto. Una persona -y un equipo- que, además, goce necesariamente del respaldo de una mayoría social significativa, eso que llamamos el cuerpo electoral de la izquierda y progresista, y que no siempre coincide con la mayoría interna de la propia organización.

Lo relevante de estas primarias es que van mucho más allá de ellas mismas. Que trascienden a la simple elección del «quién» para resolver satisfactoriamente, además, el cómo y el para qué.

Apuesto fuerte por todo ese trabajo, por esa refundación insoslayable; y creo que Pedro Sánchez puede encabezar esa enorme tarea.

 

Resultat d'imatges de SíEsSí

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