12 de mayo de 2009, martes
¿De quién habrá sido la idea de titular de este modo la nueva hoja informativa (¿?) de la Casa de Cultura?: «El Contenedor»
Sorprendente elección para que el lector evoque la imagen precisa que lo situará en el contexto que los editores habrían querido evitar a toda costa:
O esta otra:
(Que nadie se indigne, -o sí, mejor, y así vamos reconociendo el lugar en el que vivimos- porque una y otra han sido tomadas en las calles de Rocafort),
«El Contenedor» de la Casa de Cultura, (lo siento, pero la construcción de la frase es impecable -gramaticalmente hablando-; lo inaudito es que sus autores no hayan «pensado» en lo fácil que resultaría acuñarla para la posteridad). «El Contenedor» de la CC, digo, es selectivo porque no todo puede arrojarse en él, afortunadamente.
No cabe una crónica informativa ecuánime, porque sólo se admite la que destile malos modos y una buena dosis de propaganda partidista.
No cabe un relato ágil y simpático, porque sólo se admiten textos farragosos de exculpación («excusatio non petita, accusatio manifesta», declaran los clásicos)
No cabe una demostración de la profesionalidad de quienes directamente gestionan el ámbito público cultural de Rocafort, porque sólo se admiten ejercicios estériles de autocomplacencia para la autodefensa.
No cabemos ninguno de nosostros; ni nuestros nombres, ni nuestra presencia, ni nuestras lecturas, ni nuestra participación, porque sólo se admite la impresión en negro sobre blanco de los nombres de los autores intelectuales de esa panfletada (con dinero público).
Estuvimos en la «Feria del Libro», y charlamos con la gente, y participamos en la lectura; pero nada ni nadie nos puede arrojar a semejante «Contenedor» de disparates…
…¡afortunadamente!
PD: «Oh Dios, que buen(os) vasallo(s), si oviessen un buen señor» (versión libre del famoso verso del Cantar de Mio Cid)
13 May 2009 at 06:24
He leído «El Contenedor».
He pensado en la Casa de Cultura -en teoría, una instalación al servicio del pueblo de Rocafort-
He revivido varios de los actos a los que he acudido desde su inauguración (¿1995?) y he pensado en la labor de «los caseros».
Un lugar donde el protagonismo máximo debería ser de los usuarios; cuyo liderazgo -si acaso- debería ejercer el Concejal de Cultura o el Alcalde (como representantes de todos) y donde los trabajadores deberían ser invisibles, conocidos por su trabajo efectivo, creando el caldo de cultivo necesario para que florezca la CULTURA -en mayúsculas, sí-, dando soporte a las actividades, creeando ocasiones de encuentro, animando a la participación, atendiendo las diversas demandas…
Me encuentro con todo lo contrario: inactividad absoluta en lo cultural (o limitadísima); una ausencia total de los responsables: Alcalde o Concejal de Cultura y una presencia pública inaudita de los «presuntos trabajadores» que en «el Contenedor», acaban encarnándose con la Concejalía de Cultura y autoagradeciéndose su dedicación:
«Desde la Concejalía de Cultura y Juventud (…) y particularmente como trabajadores de la Casa de Cultura (…) nos sentimos satisfechos de nuestro esfuerzo para realizar estos magníficos eventos, lo cual es digno y de admirar, aunque algunas desalmadas sin ética ni moral, opinen de esta Casa que es un contenedor de nóminas, pues bien, este contenedor de nóminas se siente orgulloso de trabajar, luchar y engrandecer en beneficio de todos a su pueblo, Rocafort»
(¡Que me traigan un siquiatra que me lo explique, por favor!)
Me recuerdan a los GREMLINS
En la película de este título, un modesto inventor compra un «mogwai» llamado Gizmo, criatura de aspecto inocente, sobre la que se le advierte que debe respetar algunas precauciones: El mogwai no soporta las luces brillantes y no debe recibir luz del Sol, que lo mataría; nunca debe mojarse y, lo más importante, nunca se debe alimentar al mogwai después de la media noche.
Todo parece ir bien hasta que se moja, lo que provoca que salgan unas bolas peludas de las que nacerán nuevos mogwai. Los nuevos mogwai resultan ser más agresivos que Gizmo y están liderados por Stripe, uno de ellos que lleva un penacho de pelo blanco.
Una noche, tras la ingesta de alimento, las criaturas crean una forma de crisálida de la que resurgen convertidos en unos monstruos de aspecto reptiliano llamados gremlin.
Igual que en la película, el/la primer/a mogwai de «el contenedor» no soporta las luces brillantes ni puede recibir la luz del Sol.
Si lo inconfesable (salarios de juzgado de guardia, manejo incontrolado del dinero público, etc.) se hace público, sale a la luz… si comen cuando no debieran… acabamos rodeados de «gremlins» y de sus panfletos.
13 May 2009 at 12:13
HLF:
Lo que está ocurriendo en la CC (y en otras áreas), se explica únicamente desde la óptica que los concejales del PP aplican a todas sus actuaciones.
Un psiquiatra podrá analizar comportamientos individuales, diagnosticar desórdenes personales y prescribir la medicación indicada en cada caso; pero lo que te preocupa (lo que nos preocupa a muchos y a muchas) no son hechos aislados provocados por una única persona.
Es mucho peor (una actividad individual concreta puede desarmarse con la ayuda de quienes reconocen su irregular comportamiento) porque se trata de una actitud general de quienes gobiernan en este ayuntamiento, y la colaboración necesaria de quienes la jalean.
Explicar lo que ocurre en este Ayuntamiento obliga a recurrir a la lógica inversa de una institución pública: silencio, opacidad, miedo, confusión partido/institución…
Buena elección de película has hecho: Gremlins. Hay otras, y todas exponen fenómenos para-normales que angustian a los ciudadanos que solo aspiran a vivir en paz, cumplir con sus obligaciones y exigir sus derechos: «Poltergeist»; «La mano que mece la cuna»; «Abierto hasta el amanecer»; «Los Otros»… Todas ellas se desarrollan en casas encantadas por el engaño, por el miedo o por la malicia de algunos de los que en algún momento las habitan.
La vida, puro cine.