Viernes 21 de octubre de 2016
Confío en que simultáneamente -como ha señalado mi amiga Pilar Núñez en otra red social- se garantice que los concejales con responsabilidad de gobierno no perciban una compensación económica menor que la oposición.
Hablar de compensaciones económicas por el ejercicio de la política en un ayuntamiento, siempre ha sido un campo trillado para la demagogia. La utilizan los medios de comunicación, algunos partidos políticos para intentar convencernos de su «pureza ideológica» (¡jajaja!) y la propia oposición para dificultar la dedicación y la labor de los gobiernos municipales (doy fe de eso)
Durante los 5 años que estuve al frente de la alcaldía, esa fue la actitud de un partido de corte localista y dependiente exclusivamente de las consignas de quien se cree su Rasputín. Durante esos años, el único concejal de ese partido (hermano del anterior) impidió por tierra, mar y aire que algunos concejales de gobierno percibieran una compensación económica por su trabajo.
[Se daba la paradoja que él, en la oposición y con representación en todas las comisiones informativas por ser el único concejal de ese partido, percibía una indemnización mensual mayor que un concejal con responsabilidades de gobierno y con la dedicación extraordinaria que eso comporta ya sean tardes, noches, fines de semana o festivos]
También fue esa su actitud, durante este último año, respecto a la dedicación de la persona que atendía el gabinete de alcaldía, al gobierno municipal y a la Corporación y que coordinaba los actos y las actividades del ayuntamiento. Defendía con contundencia que esa trabajadora tenía suficiente con una dedicación del 50% de la jornada porque la alcaldesa era la que tenía que arreglárselas como pudiera.
Cierto es, que, en este caso, también los dos concejales de Ciudadanos –igual que el concejal dependiente–, defendían un contrato-basura que consistía básicamente en pagarle a la trabajadora un 50% de su salario a cambio de una dedicación muy superior a las 40 horas semanales, que, como ellos bien sabían, era absolutamente necesaria.
En fin, todo de una «pureza ideológica» extraordinaria.
En el caso de Ciudadanos, en mi opinión, fue una torpeza. Recuerdo que su portavoz dijo en un pleno que su partido a nivel nacional no permitía que hubiera funcionarios interinos. Cuando resucité su memoria y le señalé el número de funcionarios de ese tipo con los que cuenta Ciudadanos en las Cortes Valencianas, en la Diputación y en el ayuntamiento de Valencia, solo pudo responder: «es que nos los ofrecen y no vamos a rechazarlos» (sic)
Sin embargo, para quien se cree ser un pequeño Rasputín y su concejal esa -entre otras- era la manera de desgastar al gobierno municipal y de hacerme pasar por el aro, como tanto les gustaba repetir a ambos en público y en privado.
[Huelga decir que cuando renuncié a la alcaldía, el concejal defendió con ahínco la liberación de dos concejales a jornada completa y la dedicación, también a jornada completa, de la misma trabajadora que atendía la alcaldía. Por supuesto, él entró entonces en el gobierno]
Me alegró que, repentinamente, se mostraran respetuosos (tanto él como su hermano) con la gran labor que desarrollaba la persona que atendía el gabinete de alcaldía con todas las tareas que eso comporta. Me alegró que, también de repente, reconocieran que un gobierno municipal debe contar con los recursos necesarios para funcionar. Y me alegró porque eso significaba que habían comprendido -¡por fin!- que un ayuntamiento no se gobierna desde un bar entre colegas, ni desde Facebook con intervenciones descabelladas y demagógicas; que lo que hay que hacer es trabajar, escuchar, comprender, aprender y mucho.
Todo esto a cuento de la feliz noticia anunciada por la Generalitat: totalmente de acuerdo.
Arreglemos el espinoso asunto de las compensaciones económicas por el ejercicio de la política en ayuntamientos pequeños y hagámoslo de verdad: fijémonos también como objetivo el estudio de la situación de los miembros de los gobiernos municipales; el derecho a ejercer los cargos electos y a compaginarlos con los deberes profesionales, en la empresa privada y en la función pública y sin castigos (cosa habitual); la especificidad del cargo de alcalde; el número de funcionarios eventuales, considerando la realidad de cada plantilla municipal, etc. etc.
O sea, que no consintamos que la demagogia siga campando a sus anchas también en ese ámbito.