Viernes 8 de enero de 2016

Diciembre es un paréntesis en el que convivimos apretujados unos contra otros; obligados a rozarnos, a abrazarnos, a sonreírnos y -a veces- hasta a querernos un poco más.

Durante ese paréntesis en el que nos arriesgamos a estar juntos y a celebrarlo, lo que ocurre complementa y explica nuestro propio relato (nuestro modo de conducirnos en la vida, el ser y el estar). El nuestro y el de los demás.

Ayer, esa ensoñación, ese inciso, se disolvió; ya no hay una Navidad que felicitar, ni un Año nuevo que celebrar ni una noche de Reyes que esperar.

Hay lo que hay y es bueno: la bocanada de enero, un par de minutos más de sol al día y mucho tiempo que estrenar.

El paréntesis de diciembre se ha borrado, pero seguimos completando nuestro relato personal y colectivo añadiendo comillas, insertando guiones y abriendo otros paréntesis en los que cabrán más interrogaciones o afortunadas exclamaciones. Todo lo que nos enuncia y nos explica.

Pura Gramática.