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Blog de Amparo Sampedro Alemany

ESCRIBIR PARA PENSAR

De vuelta. Devuelta.

Martes, 9 de mayo. 2023.

Periodo electoral de municipales y autonómicas. A dieciocho días del #28M.

Estoy de vuelta.



Huiré de la inmediatez y de la insensatez que dibujan a trazos gruesos una realidad que a duras penas calibramos. Que ya no podemos medir ni observar, porque el “zasca” en Tuiter, la exagerada exposición en Instagram o los valiosos segundos en Tik-Tok, nos arrastran. Y nos arrasan. Probablemente.

No garantizo nada, porque yo también soy sujeto paciente del torbellino que nos engulle. Soy, como cualquiera de vosotros, “público dócil” para los RT, los ❤️, los 👏🏽, los 😰, los 😡, los 😱, los 😍, los 🤮… respuestas, al fin y al cabo, a quienes me siguen o me informan o me detestan o me ignoran.


Vuelvo aquí para curarme. Esforzándome, escribiendo para pensar.
Vuelvo porque soporto con mucha dificultad la mentira, la manipulación, la desinformación, la equidistancia impostada y la indiferencia calculada. Vuelvo porque sí y porque ¡ya está bien!

Digámoslo claro: he sido devuelta a este espacio de reflexión y de argumentación, para intentar salvarme.

😉

Debatir sin trampas: los indultos

Lunes 7 de junio de 2021.

Los debates envenenados se suscitan con la intención de intoxicar. Y el que se ha promovido a causa del posible indulto a los condenados del «procès», es uno de esos y está lleno de trampas.

Es habitual escuchar frases como las siguientes, para argumentar una opinión desfavorable a los indultos parciales que, probablemente, se les van a conceder. Pero ninguna de ellas se sostiene.

  1. «Los ciudadanos estamos muy enfadados con los indultos porque el gobierno quiere perdonar a los condenados»

Ridículo.

Es absurdo afirmar que los indultos perdonan a los condenados: ¿a quién si no habrían de perdonar, a los no culpables, a los inocentes? ¡Claro que el indulto es un instrumento jurídico dirigido a personas condenadas! ¿Cómo va a actuar un indulto a favor de personas no juzgadas y, por lo tanto, no condenadas?

Por otra parte, usar la primera persona del plural [«nosotros, los ciudadanos»] enfatiza la distinción (falsa) entre: «nosotros» (que somos «los ciudadanos», somos los buenos); y «vosotros» (que no sois «los ciudadanos», sois los malos). Por lo tanto, «nosotros, los buenos» representamos a todos los ciudadanos; y «vosotros, los malos» estáis fuera.

¡Mal empezamos el debate, si alguna de las partes se arroga la representación absoluta de la opinión de todos los ciudadanos!

2. «Son golpistas»

Falso.

No lo son.

El Tribunal Supremo (TS) aclaró en su sentencia que no había habido intento de golpe de Estado; por eso, los condenó por sedición y no por rebelión.

Sin embargo, sí eran golpistas los que participaron en el golpe de Estado del 23F de 1981, como señaló el TS en la sentencia que los condenó. (Por cierto, el TS informó favorablemente el indulto de los condenados por golpismo y rebelión el 23F, y ahora informa desfavorablemente el indulto a los condenados por un delito inferior.)

3. «No hay arrepentimiento»

Concepto erróneo.

La palabra «arrepentimiento» expresa un concepto religioso: cometes un delito, te arrepientes (te confiesas) y eres perdonado. Si fuera así, cuando se comete un asesinato, un robo o una violación, bastaría con «confesarse» y cumplir una «penitencia».
Por eso, afortunadamente, la ley del indulto no contempla el «arrepentimiento» como obligación.

Además, si lo contemplara, nadie podría solicitar el indulto, salvo la persona condenada; y la ley permite que sean otros quienes lo soliciten: como lo hacen las cofradías religiosas por un privilegio instaurado por Carlos III en 1759, por poner solo un ejemplo.

No, el «arrepentimiento» no es una condición legal para lograr el indulto. No se arrepintieron los golpistas del 23F ni los condenados por los GAL y, sin embargo, el TS informó favorablemente sus indultos.

4. «El gobierno va a indultar a los fugados de la Justicia»

Falso.

Si no hay juicio, no hay condena; y si no hay condena, no hay indulto posible.

5. «Sánchez solo quiere garantizarse seguir en la Moncloa»

Falso.

Para empezar, basta con echar una ojeada a la composición del Congreso (sede de la soberanía nacional a través de nuestros representantes) para comprender que la derecha y la extrema derecha no lograrían ganar una moción de censura contra el actual presidente del Gobierno. Por lo tanto, no es el posible indulto el que garantiza que el actual presidente del Gobierno siga siéndolo, sino la falta de apoyos parlamentarios de la derecha y de la extrema derecha para impedirlo.

Y para terminar, hay que saber (y entender) que hay aprobados unos presupuestos generales expansivos que permitirían, en cualquier caso, una prórroga razonable hasta el final de la legislatura.

5. «¡Quieren romper España!»

Falso.

España lleva «rompiéndose» desde hace casi cuarenta y seis (46) años…

[¡Que ya es es casualidad que «se rompa» cuando muere el dictador, cuando se estrena la democracia y cada vez que hay avances en libertades públicas y en derechos políticos! (legalización de partidos políticos, Estado autonómico, opinión, prensa, divorcio, manifestación, huelga, parejas de hecho, enseñanza y sanidad públicas, asociación, aborto, derechos de las mujeres, matrimonio igualitario, derechos LGTBi, etc. etc.)]

6. «¡Hay que cumplir la ley!»

Efectivamente.

Hay que cumplir la ley y la del indulto es una de ellas.

Fraga Iribarne (poco sospechoso de ser un «peligroso socialcomunista-separatista-chavista-bolivariano»), durante los debates en comisión de la Constitución, manifestó:

«La concesión de los efectos del derecho de gracia [indulto] evidentemente tiene que ser no solo con problemas de justicia sino con problemas políticos en muchos casos. Gracia y justicia ambas tienen que ver con la política.”

(¡Manda narices que haya que citar a Fraga Iribarne, para recordarle a la derecha qué es el indulto y qué puede resolver!)

Reivindico la vergüenza ajena.

Jueves 22 de abril de 2021

Se comprende que la candidata Díaz Ayuso se niegue a acudir a más de un debate con el resto de sus adversarios.

Se comprende que solo haya aceptado asistir a uno y lo más alejado posible de la fecha de las elecciones: nada menos que doce días antes. En una campaña electoral de catorce días, que transcurran doce entre su único debate público y la jornada electoral, es la única manera de borrar de la memoria de su electorado más culto y formado el ridículo estrepitoso de su discurso, de su contenido y de su pose.

No todos los políticos son iguales | Óscar F. Civieta

Dijo Tarradellas que en política se puede hacer todo menos el ridículo.

El ridículo en política, lejos de concitar la comprensión y la disculpa de los propios, los avergüenza. El sentimiento de vergüenza ajena despoja de cualquier escudo a quien lo provoca: anoche, ni los medios afines ni las tertulias que la ensalzan ni la propaganda que disfraza su inanidad pudieron velar armas junto a la candidata Ayuso para protegerla. Estaba sola y era ella; desveló lo peor de sí misma y, por lo tanto, lo peor de quienes la aplauden: en eso consiste la vergüenza ajena y por eso resulta insoportable.
Si lo pensamos, alivia reconocerlo.

De todos los sentimientos que somos capaces de desplegar, probablemente el de la vergüenza ajena es el que mejor nos protege de los errores inexplicables que podríamos llegar a cometer. Porque vernos reflejados en las fechorías que perpetran otras personas, incurrir en sus mismos desatinos, participar de su inconsistencia y aplaudir todo eso es mucho más de lo que podemos aguantar.

La vergüenza ajena nos hace sufrir… porque nos pone de los nervios pensar que de un modo u otro, en algún momento, podemos llegar a parecernos a quien nos provoca vergüenza.

Reivindico el sentimiento de vergüenza ajena: el que esa parte del electorado conservador madrileño, formado y culto, sintió anoche tras la humillación a la que fue sometido por la candidata Ayuso.

Quiero pensar, quiero pensar que…

Lunes 19 de abril de 2021

Abrigo la esperanza de que una parte del electorado conservador madrileño no es facha ni inculto ni miserable, tampoco zafio; porque ser conservador o liberal no incluye necesariamente pertenecer a ninguna de esas categorías.

El presidente de la república francesa, Macron, es conservador, de derechas, y liberal; la canciller de Alemania, Merkel, es conservadora, de derechas, y liberal; la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, es facha, inculta y, políticamente hablando, miserable.
No es lo mismo. No son lo mismo.

He conocido y conozco a personas conservadoras con posicionamientos y discursos políticos sólidos, críticos y honestos. Personas alejadas de la vacuidad de la propaganda ´goebbeliana`, del conflicto como arma de destrucción y del odio como expresión de la disidencia.

Quiero pensar que no todo el electorado conservador madrileño se reconoce en el discurso bobalicón y zafio de una candidata, Ayuso, que fía su compromiso a «la libertad de tomar unas cañas al acabar una jornada de sufrimiento» (sic); y a predicar que «los social-comunistas, los separatistas y los etarras quieren quitarle la libertad a Madrid, porque eso es así» (sic).

Forges: “Los humoristas muchas veces tenemos que hacer pensar y muchas  veces tenemos que hacer llorar.”


Quiero pensar… Quiero pensar que esa parte del electorado conservador, formado y culto, no puede caer rendido ante la estupidez y la zafiedad.

Quiero pensar que esa parte del electorado conservador sabe que lo que se dirime en Madrid el 4 de mayo no es la elección entre un gobierno de derechas y un gobierno de izquierdas; ni siquiera entre un gobierno conservador o uno progresista. Lo que se decide en Madrid el 4 de mayo es más simple: obliga a pronunciarse sobre lo que es legítimo y lo que no lo es; sobre lo que es honesto y lo que no; sobre la política y la anti-política.

En resumen, que a esa parte del electorado conservador madrileño, instruido y lúcido, le toca resolver si el trumpismo a la española y sus delirios le representan. Y lo que eso significa.

Quiero pensar que hay una parte del electorado conservador madrileño que, como mis amigos y conocidos conservadores y liberales, no se identifica con el triunfo del alegato visceral, el que no se somete a la razón ni al conocimiento; el que desprecia nuestras capacidades más hermosas: la solidaridad, la empatía y la concordia. El respeto, sencillamente hablando.

Pienso, luego estorbo. Forges | sísifo


Quiero pensar que la victoria del discurso necio que incendia nuestra memoria más primitiva y apaga nuestros talentos más espléndidos es el botín de una guerra que una parte del electorado conservador madrileño no está dispuesta a librar.

Quiero pensarlo.

No es #FuneralDeEstado. Punto.

7 de julio de 2020

Una ceremonia es una acción o un acto exterior reglado por ley, estatuto o costumbre, para rendir culto a las cosas divinas o reverencia y honor a las profanas (www.rae.es)

In memoriam: Las muertes que han marcado el 2019 - Los Replicantes

Y un funeral es una ceremonia.

Una misa también es una ceremonia pero no siempre es un funeral. Y un funeral no siempre es de Estado aunque asista el jefe del Estado; porque si así fuera, cada vez que asiste a uno por motivos familiares o de amistad, este país viviría una jornada de luto. Y no es el caso.

Resumiendo: que la misa concelebrada que ayer organizó y convocó la Conferencia Episcopal Española (CEE), en memoria de las personas fallecidas por la Covid-19, fue, efectivamente, un funeral. Punto.

La CEE invitó a los poderes del Estado y hubo una alta representación de sus magistraturas. Pero no fue un funeral de Estado, aunque asistieran el rey y la familia real, porque no lo organizó ningún poder del Estado.

Las ceremonias de Estado -las que sean- son organizadas y convocadas por los poderes del Estado. Y ninguna confesión religiosa lo es (gracias a Dios, dicho sea de paso)

Por eso, ayer se acabó el mundo. Así, de repente y con la colaboración necesaria de los medios de comunicación que son activistas de la desinformación.

Cuando las cosas se explican, se entienden. Otra cosa es la opinión sobre las cosas, que puede explicarse, entenderse, no ser compartida y ser debatida con tranquilidad y argumentos. Pero eso es un ejercicio reservado a espacios alejados de las redes sociales más comunes.

Ayer por la tarde, varias personas se enzarzaron conmigo en Twitter (@amparosale) a cuenta de lo que es o no es un #FuneralDeEstado.

Algunas de ellas ignoraban -y así lo expresaban- qué es exactamente un acto de Estado, con la misma naturalidad que yo digo que ignoro qué es la física cuántica o el cálculo infinitesimal. Y-no-pása-na-da.

Sin embargo, hubo personas -entre ellas, algún afamado periodista-, que sabiendo qué es un acto de Estado, cómo se organiza y por qué, jugaron la baza de la manipulación. En un juego absurdo y miserable como el suyo, solo hay una baza cierta para ganar: la información rigurosa y los datos.

No importa mi opinión en esto, porque esto es lo que es y no hay tutía: un funeral de Estado solo lo pueden organizar los poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. Y ayer, ninguno de ellos organizó ni convocó una misa concelebrada. Ni pueden ni deben hacerlo.

El jueves 16 de julio se celebrará un funeral de Estado en memoria de las víctimas. Todo mi cariño y mis sinceras condolencias a las decenas de miles de personas afectadas por esta maldita pandemia.

In Memoriam de los que nos dejaron su legado cultural - Leviatan

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